15 de abril de 2025

La Iglesia es apostólica

Jesús predicó a miles de personas, pero eligió y preparó, de manera particular, a sus apóstoles (literalmente “enviados”), con la misión de extender el Evangelio: “Quien los recibe a ustedes me recibe a mí” (Mt. 10:40). A Pedro, le dijo: “Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo…” (Mt. 16:19). En Pentecostés, derramó sobre ellos al Espíritu Santo y les dio autoridad para bautizar y perdonar los pecados. 

Ellos, a su vez, ungieron a sus sucesores; esta sucesión apostólica se conserva hasta nuestros días. Por esta sucesión, como dice el Catecismo (§824), la Iglesia Católica goza plenamente de los medios para la salvación: los sacramentos. Guiada por el Espíritu Santo, revela con autoridad la verdad sobre Dios y se mantiene unida a Cristo como su Cuerpo Místico.

Así se expresa la constitución Lumen Gentium: “Esta es la única Iglesia de Cristo, que en el Símbolo confesamos como una, santa, católica y apostólica, y que nuestro Salvador, después de su resurrección, encomendó a Pedro, para que la apacentara, confiando a él y a los demás apóstoles su difusión y gobierno, y la erigió perpetuamente como columna y fundamento de la verdad. 

Esta Iglesia, establecida y organizada en este mundo como una sociedad, subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él, si bien fuera de su estructura se encuentren muchos elementos de santidad y verdad que, como bienes propios de la Iglesia de Cristo, impelen hacia la unidad católica.”

Esto último sugiere que, aún si en otras denominaciones cristianas (incluso en otras religiones) existen manifestaciones del único Dios verdadero, solo en la Iglesia Católica se encuentra la plenitud de la verdad y del camino de salvación, que es Jesucristo. Así pues, creemos que la Iglesia es una, santa, católica y apostólica.

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