A través de una carta, el Pontífice pide que los adultos de la Iglesia sean los responsables de orientar y de ser parte del proceso constante de la vocación de los jóvenes
Con motivo de la LXII Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones celebrada este 19 de marzo , el papa Francisco firmó, durante su periodo de hospitalización en el Policlínico Gemelli de Roma, una carta donde hace un llamado a la reflexión sobre «el don de la vida» que implica la vocación de los jóvenes, así como la petición del recibimiento, la orientación y el acompañamiento por parte de los adultos de la Iglesia en su proceso vocacional.
En la carta, el Santo Padre indicó que: «La vocación es un don precioso que Dios siembra en el corazón, una llamada a salir de nosotros mismos para emprender un camino de amor y servicio.» En relación a esto, también indicó que las vocaciones que emanan de la Iglesia: «Es un signo de la esperanza que Dios pone en el mundo y en cada uno de sus hijos.»
Por otra parte, Su Santidad no dejó a un lado su preocupación por el futuro laboral de la juventud, así como su pérdida de identidad causada por este mismo factor.
«En nuestro tiempo, muchos jóvenes se sienten perdidos ante el futuro. Experimentan con frecuencia incertidumbre sobre su porvenir laboral y, más profundamente, una crisis de identidad, que es también una crisis de sentido y de valores, y que la confusión del mundo digital hace aún más difícil de atravesar.», mencionó.
Acoger, discernir y acompañar a los jóvenes
Ante esto, el Pontífice pide que los adultos de la Iglesia sean los responsables de orientar y de ser parte del proceso constante de la vocación de los jóvenes, a los cuales desea que se desenvuelvan como protagonistas dentro de la comunidad católica.
«Por eso, a nosotros, los miembros adultos en la Iglesia —especialmente los pastores— se nos pide acoger, discernir y acompañar el camino vocacional de las nuevas generaciones. Y ustedes, jóvenes, están llamados a ser los protagonistas de su vocación o, mejor aún, coprotagonistas junto con el Espíritu Santo, quien suscita en ustedes el deseo de hacer de su vida un don de amor.», dijo.
Pide que la juventud sea responsable de acoger su destino laboral: «Toda vocación, cuando se percibe profundamente en el corazón, hace surgir la respuesta como un impulso interior hacia el amor y el servicio; como fuente de esperanza y caridad, y no como una búsqueda de autoafirmación.»
Asimismo, los invita a que tomen momentos de reflexión para que sepan distinguir su camino vocacional sobre el resto de decisiones que considera inmediatas.
«Queridos jóvenes, el mundo los empuja a tomar decisiones apresuradas, a llenar sus días de ruido, impidiéndoles experimentar un silencio abierto a Dios, que habla al corazón. Tengan el valor de detenerse, de escuchar dentro de ustedes mismos y de preguntarle a Dios qué sueña para ustedes.», mencionó.
Por último, pide a los pastores no tener miedo: «de acompañar a los jóvenes con la confianza esperanzada y paciente de la pedagogía divina. Se trata de ser para ellos personas de escucha y acogida respetuosa en las que puedan confiar, guías sabios dispuestos a ayudarles y a reconocer los signos de Dios en su camino.»