25 de julio de 2025

Confiar en Dios (1)

El Papa Francisco nos sugiere algunas ideas para confiar en Dios, en la encíclica Dilexit nos. A manera de resumen, copio aquí algunas de las más importantes:

En los momentos más difíciles solemos decir «ten confianza”, pues es una herramienta para salir adelante. La Iglesia nos enseña el camino con esta advocación: “Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío”.  Reflexionemos en el significado de esa jaculatoria:

Lo primero es hacer conciencia de que no todo depende de nosotros, porque somos limitados. Cuando nos damos cuenta de nuestra fragilidad, es el momento de abrir nuestro corazón a Dios e invitarle a llevar la situación, porque tengo dos opciones:

a) Retener mi fracaso, mi impotencia, llenarme de frustración y amargura ante mi vida, o…

b) Desprenderme, soltar y reconocer que las circunstancias puedo dejarlas en mejores manos.

Ciertamente, la opción más sana es aprender a abandonarnos en Dios: “El Señor es mi pastor y nada me falta” (Sal. 22). Y veamos el ejemplo de Jesús, quien dice en la Cruz: “Padre, en tus manos abandono mi espíritu” (Sal. 30); también, evoquemos a los apóstoles, que saben que Cristo está siempre con nosotros: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt. 28, 20).

El bautizado, que confía en el Señor, entra en la lógica de la confianza, de la resurrección, que es obra exclusivamente de Dios, mucho más de lo que esperábamos. La confianza cristiana es saber que nadie está tan deseoso de nuestra vida y felicidad como Dios mismo; por eso, podemos vivir seguros en la confianza de Dios. 

Finalmente, el cristiano confía simplemente por amor, porque sabe que Dios le ama. Esta confianza es incondicional, porque el amor de Dios, que es nuestro Padre, no nos abandonará: “hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida”. (Benedicto XVI, encíclica Deus Caritas est, n.1)

*Citas bíblicas adicionales sobre la confianza:

Confianza en la providencia divina:

«Por eso os digo: no andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis. (…) Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se os darán por añadidura.» (Mt. 6, 25-33).


Invitación al abandono en Dios en momentos difíciles:

«Venid a Mí, todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. (…) Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas.» (Mt. 11, 28-29).

La resurrección y la vida, esperanza última en Cristo:

«Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás.» (Jn. 11, 25-26).

El Buen Pastor, imagen de confianza y entrega:

«Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas… Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco, y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano.»(Jn 10, 11 y 27-28).

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