Dentro de la espiritualidad de Conchita Cabrera de Armida, nos centraremos en el Amor Activo, un concepto fundamental. Este amor refleja el propio amor de Jesús, que nos invita a dar sin límites y a buscar el bien de los demás. ¿Cómo sería nuestra vida si viviéramos este amor tan intensamente?
El Amor Activo es como un jardín, que necesita ser cuidado con esmero. Hoy, exploraremos las herramientas que necesitamos para cultivarlo en nuestro corazón. ¿Qué virtudes son esenciales para cultivarlo?
Una virtud importante es la humildad. Es el suelo fértil, donde crecen las demás virtudes. Al igual que una planta necesita tierra, agua y sol para crecer, las virtudes necesitan de la humildad para florecer.
Cimiento y fundamento: La humildad es la base sobre la que se construyen todas las demás virtudes. Sin ella, las demás serían como un edificio sin cimientos, inestables y propensas a derrumbarse.
Sal y vida: La humildad da sabor y vitalidad a las virtudes, las hace más auténticas y significativas.
Tierra, agua y sol: La humildad proporciona el entorno propicio para que las virtudes se desarrollen y maduren.
Obediencia, pobreza y pureza: Estas virtudes, al igual que otras, están ligadas a la humildad. Para obedecer de corazón, debemos reconocer que otros pueden tener más sabiduría o autoridad. La pobreza, en sentido espiritual, implica reconocer nuestra insignificancia ante Dios y los demás. Y la pureza requiere una humildad profunda para reconocer nuestras propias limitaciones y buscar la santidad.
La humildad es el suelo donde el Espíritu Santo cultiva su jardín. Solo en el corazón humilde encuentra el Espíritu Santo su morada. Es la llave que abre las puertas a los dones del Espíritu.
En el Amor Activo, Jesús nos invita a reflexionar sobre la importancia de la humildad en la vida espiritual. Sin ella, nuestras virtudes pueden ser vanas o superficiales. La humildad es el terreno fértil, donde cultivamos las mejores cualidades humanas y nos acercamos más a Dios.
¡Abre tu corazón al Amor Activo y déjate llevar por él! Invitemos al Espíritu Santo a que nos fortalezca y nos guíe en este camino de amor. Al finalizar el día, agradezcamos a Jesús por su amor y pidamos la gracia de seguir creciendo en el Amor Activo.
Referencias: Cabrera, C. (2000). Amor Activo. Obras Completas. Tomo 1. México: Editorial La Cruz, S.A. de C.V.