Después de la pérdida de mi esposo, sentía que mi mundo se había detenido. El dolor era profundo, y la sensación de soledad, abrumadora. Cada día parecía una repetición del anterior, sin saber cómo seguir adelante. Me sentía devastada. Había transcurrido un año y la tristeza me mantenía en un estado catatónico.
Fue entonces cuando me enteré de un retiro llamado «Comenzar de Nuevo», dirigido especialmente para personas que hayan perdido a un ser querido, viudas, divorciadas o separadas. Decidí asistir con la esperanza de encontrar algo de paz en medio de tanto caos emocional, aunque al principio iba nerviosa, sin saber qué esperar o si realmente encontraría lo que buscaba.
Desde el primer día, supe que no sería un retiro común, lograron tocar lo más profundo de mi ser. Cada momento era una oportunidad para reflexionar y liberar emociones, a darles espacio para existir. Poco a poco, sentí cómo mi corazón, aunque roto, comenzaba a sanar.
Que valioso fue darme cuenta de que no estaba sola en mi dolor; había muchas personas que, al igual que yo, habían perdido a alguien querido y compartían una experiencia similar.
Cada instante me desafiaban a mirar mi dolor cara a cara, pero de una manera suave y compasiva. Había momentos de silencio profundo, en los cuales podía escuchar mis pensamientos más sinceros y conectarme con lo que realmente sentía, encontrar mi propio ritmo para sanar, sin presiones, permitiendo que el proceso fluyera de manera natural. Podía sentirme bien nuevamente, que mi corazón se aliviaba, como si un peso invisible fuera levantándose poco a poco.
Al final del retiro, no solo sentí que había encontrado consuelo, sino también una nueva forma de ver la vida, de entender el duelo y de seguir adelante, aunque el camino sigue siendo difícil. «Comenzar de Nuevo» no significa borrar de la memoria, sino asimilar lo que ya no está, pero con la fortaleza de lo que hemos ganado en el proceso, y con la valiosa amistad que floreció en un momento tan doloroso.
A veces, las conexiones que se forjan en esos momentos de vulnerabilidad pueden ser las más significativas, porque surgen cuando estamos más dispuestos a abrazar nuestras emociones y nuestra humanidad compartida.
Ahora que sé que el reto no es olvidar, sino aprender a vivir con lo que hemos perdido, abrazando lo que queda y lo que podemos construir a partir de ahí. El consuelo llegó, sí, pero también la transformación. Y con esa transformación, una nueva manera de vivir, más feliz y tranquila, se hizo posible.
Próximo retiro 7, 8 y 9 de marzo. Informes e inscripciones 5540677278