El 14 de febrero lo relacionamos con San Valentín, un sacerdote que vivió en Roma, en los primeros siglos, en tiempos de la persecución a los cristianos. Celebraba matrimonios de los jóvenes enamorados que querían casarse y formar una familia aun cuando estaba prohibido.
Este es el antecedente de esta fecha que, actualmente, ubicamos como el “Día del Amor y la Amistad”. En los días previos, se da una apabullante avalancha comercial, que invita a celebrarlo con regalos, comida, viajes, visitas, experiencias, etc.
Es muy común leer lindos mensajes acerca del amor filial; sin embargo; también se ven mensajes tristes de personas que no están en una relación sentimental de pareja y la fecha les hace añorar o desear un amor romántico.
El amor ideal entre los seres humanos no existe. Todos, alguna vez, hemos sido decepcionados y hemos decepcionado a alguien, cuando esto pasa, dejamos de creer en el amor y pensamos que nadie puede llenar el vacío que esa persona dejó.
La beata Conchita Cabrera de Armida escribió acerca del único amor ideal: “¡Mi ideal eres Tú, Jesús de mi alma! ¿Quién ha sido y quién ha de ser hasta el último instante de mi vida? Sólo que Tú no eres un ideal forjado por la imaginación; no eres un ideal ficticio y vano; eres un ideal realizado, que supera mucho a lo que el ojo vio, a lo que la inteligencia humana puede comprender…”.
Jesús es el amor de Dios encarnado, Es ideal, porque nunca falla, no defrauda, no lastima y perdura por siempre. Dios nos amó primero (1Jn 4.10), nos corresponde, a nosotros, responder a ese amor amándole y, de ahí, al prójimo.
El Papa Benedicto XVI lo explica así: “El amor del prójimo es un camino para encontrar, también, a Dios y cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte, también, en ciegos ante Dios”. *
* Carta encíclica Deus caritas est. Dios es amor