«Amar la situación actual, sea cual fuere, es lo más hermoso uniendo nuestra voluntad a la de Dios», le dice Concepción Cabrera al padre José María González, MSpS.
¿Cuál es tu situación actual? [Te sugiero interrumpir la lectura y escribir al menos cinco frases que describan tu situación actual. Puede ser en el área personal, familiar, escolar/laboral, económica, relación con los demás, relación con Dios…]
Pues esa situación es la que la beata Concepción te invita a amar. Sí, amar nuestra situación actual y no solo tolerarla o soportarla. Amarla porque en ella se manifiesta la voluntad de Dios. Amarla pues en ella podemos hacer el bien a los demás. Amarla pues es allí donde podemos santificarnos.
No se trata de tener una actitud conformista o fatalista con respecto a las circunstancias que podemos cambiar, sino de adecuar nuestra voluntad a la voluntad de Dios en aquellas circunstancias que no nos es posible modificar.
Con frecuencia, cuando la situación se torna difícil, riesgosa, triste o dolorosa, enfocamos nuestras energías en querer cambiarla o salir de ella, en lugar de enfocarlas en cambiar nuestra actitud y nuestras conductas para aprovechar lo que esa situación puede darnos o enseñarnos.
A veces también nos enojamos y nos rebelamos por tal o cual situación –incluso por el clima, el ruido o el tráfico de la ciudad–, pero lo único que logramos es empeorar nuestro estado de ánimo y nuestra salud. Y si nos lamentamos ante los demás, también lograremos fastidiarlos y estropearles el día.
No nos quejemos del frío o del calor, de las personas molestas, de la soledad, de la enfermedad, de nuestro trabajo o el desempleo, de la falta de tiempo, de la edad que tenemos, de la falta de comprensión o apoyo por parte de los demás, de que Dios nos ha abandonado. No nos quejemos de nada. Más bien, pidámosle al Espíritu Santo que nos ayude a plegar nuestra voluntad a la voluntad de Dios y a amar nuestra situación actual, sea cual fuere.
- C. Cabrera, Cartas al padre Félix y a los Misioneros del Espíritu Santo, Cimiento, México 1989, 240 (Al padre José María González, 30 marzo 1933). Cf. CC 33,321; 34,5; 36,200; 63,151.