por “Otro año que queda atrás, mil momentos que recordar”, dice una famosa canción, que suena mucho en estas épocas y que atiende un poco a los buenos deseos y propósitos que, generalmente, vienen con el cierre de un ciclo y con el inicio de otro. Es común ver a la gente pensar y ponerse propósitos para este nuevo año y las felicitaciones y mensajes con anhelos de paz, prosperidad, bonanza y bondad están a la orden del día.
Sin embargo, hubo varias personas, en los últimos meses del 2024, que subieron contenido a internet, donde expresaban que sentían este fin de año como un “final de temporada”, un tanto nostálgico y con el que estaban viniendo varios cierres de ciclos.
Algunos lo atribuyeron a que, este 2024, se cerraba por completo un ciclo pandémico y que todas las vivencias y recuerdos relacionados con el Covid-19 se hacían presentes ante un cierre inminente y la “normalización” completa de la situación sanitaria.
Ante estas reflexiones impulsadas por varias personas, jóvenes en su mayoría, quedan dos reflexiones: la primera es que la vida avanza, el tiempo corre y, sin importar qué ocurra, nosotros somos parte de esta historia sagrada que Dios puso en la Tierra; nuestras vivencias y nuestros deseos, pero, también, nuestros miedos y desilusiones forman parte del tiempo y la mejor forma de pasar por todo esto es acompañando y siendo acompañados.
La segunda es que todo en la vida forma parte de un ciclo, que puede durar mucho o poco tiempo, pero que siempre hay que estar dispuestos a que, cuando un ciclo esté cerrándose, tomemos impulso para empezar un nuevo capítulo de la historia con fe, esperanza y amor, para poder comenzar de nuevo, siempre de la mano de aquel que hace nuevas todas las cosas.
Que este 2025 sea un muy buen año para todos.
¡Ánimo firme! ¡Qué viva la Cruz (renovada)!
