Estar a la intemperie,
expuesta la vida
al amor y las lágrimas,
a la fiesta, las sonrisas,
al frío, la duda, la locura.
Cuando estoy a la intemperie,
tu Palabra fluye en mí, Señor.
Escuchar, callar, acompañar,
¡evidenciar, sin más,
lo que mis ojos ven y mis oídos oyen!
Tu vida en ellos,
tu ternura que envuelve,
tu perdón que abraza,
tu creatividad que anima,
tu voz que fortalece.
¿Cómo, si estoy roto, me haces puente?
¡Me haces compañero que defiende y sostiene!
¿Por qué, si estoy en penumbra,
vibran, en mí, tu ternura, tu voz, el perdón, tu calor?
¡Me haces abrazo, a mí, que suspiro con nostalgia por verte!
A la intemperie me quieres.