Respuestas de amor a Dios
Ana Victoria Padilla Newton
La esperanza es una virtud teologal, que anima y vivifica la existencia humana. La esperanza cristiana tiene su base en Jesucristo resucitado y, como virtud recibida en el Bautismo, la esperanza tiene su fuente y encuentra su término en Dios. Quien la practica, sabe que Dios es fiel y no lo abandonará jamás.
Todos, en un momento u otro de la vida, nos enfrentamos a momentos dolorosos, como el sufrimiento, la muerte, la enfermedad, etc. Es solo gracias a la esperanza, la segunda virtud teologal, que estas circunstancias adquieren un sentido, convirtiéndose en medios de salvación, en un camino para llegar a Dios. La esperanza nos da la certeza de que algún día viviremos en la eterna felicidad.
Si Cristo es el modelo de los cristianos, María es el prototipo de la respuesta de fe y de esperanza. Cristo, nuestro Señor, por medio de su enseñanza, nos revela verdaderamente la naturaleza de la felicidad humana: la de un amor total, a semejanza del amor que se vive en la Trinidad. Esta plenitud de vida y de amor se puede alcanzar con todo un camino marcado por las actitudes del corazón (pobreza, sencillez y confianza), por comportamientos respecto al prójimo (misericordia, voluntad de paz), por situaciones difíciles, (pruebas morales o materiales, persecuciones). Todo esto se aglutina en la persona de Jesús, que se presenta como Aquel en quien se cumple plenamente la aspiración a la felicidad.
Las Bienaventuranzas son la expresión de la esperanza de felicidad hecha para los que se toman los diez mandamientos en serio y que, mediante ellos, buscan la respuesta a la llamada de amor que Dios hace a su pueblo. La virtud de la esperanza corresponde a ese anhelo de felicidad, que Dios ha puesto en el corazón del hombre.
Es una virtud sobrenatural, infundida por Dios en el momento del Bautismo. Nos da la firme confianza en que Dios, por los méritos de Cristo, nos dará las gracias que necesitamos aquí en la Tierra, para alcanzar el Cielo.
En suma, la virtud de la esperanza consiste en confiar con certeza en las promesas de salvación que Dios nos ha hecho. Está fundada en la seguridad que tenemos de que Dios nos ama. Y está basada en la bondad y el poder infinito de Dios, que es siempre fiel a sus promesas. Sin esperanza, el hombre se encierra en el horizonte de este mundo y pierde la visión de la vida eterna, porque lucha solo contra las dificultades, prescindiendo de la ayuda de Dios.
Uno de los ejemplos más claros, de lo que es la esperanza, lo encontramos en Job, que, a pesar de todo lo que le sucedió, seguía creyendo en Dios. Su esperanza nunca se perdió, él seguía siendo fiel.