ENCUENTRO PERSONAL CON DIOS
Dra. Sonia Villaseñor Manrique
Estimados lectores, en esta sección, continuaremos analizando parte del gran legado de Conchita Cabrera de Armida, inspiradora de la Espiritualidad de la Cruz, partiendo de la base del Amor Activo, ese gran amor que sentía Jesús: incansable, vehemente, infinito, siempre con el anhelo de dar gloria a su Padre Celestial y de hacer felices a las almas. Se trata de vivir ese amor en nuestras vidas, imitando a Cristo y buscar agradar a nuestro buen Padre Dios.
En las obras escritas por Conchita, nos describe sus diálogos con Jesús, en los que el Señor le explica cómo es el Amor Activo. Ese amor constituye su ser, Jesús es caridad y, de Él, dimanan todo bien y todo celo, todo poder y toda grandeza, pues Él es la vida, la actividad y el amor mismo en todas sus formas, siendo esta la esencia de su Ser.
El Amor Activo está unido al sacrificio de la expiación, que tuvo el Verbo en su naturaleza humana, solo Él abrazó el dolor y lo santificó, con la finalidad de dar gloria a la Divinidad, arrancando así gracias para la humanidad. Es así como Jesús explicó a Conchita que, cuando nosotros unimos nuestros dolores, sacrificios y penas, este dolor activo y lo unimos a la gran Víctima, al Verbo hecho carne, se ofrece por la salvación del mundo. ¡Qué misión tan sublime nos encomendó Jesús, por medio de Conchita, para asemejarnos a Él!”
Para poder seguir este camino, es necesario conocer y experimentar ciertas virtudes e irlas desarrollando en nuestras vidas, como son la obediencia y la pobreza. Despojarnos y renunciar a toda voluntad, que no sea la de cumplir la voluntad del Padre. Que cuanto hagamos, pensemos y digamos sea con el fin de agradar a Dios, teniendo siempre la pureza de intención en todos nuestros actos.
Por ello, es importante mantenernos vigilantes de nuestros pensamientos, de nuestras intenciones, de nuestras acciones, ser conscientes de nuestro actuar en el día a día, para agradar a Dios Padre, e ir avanzando en esta gran misión que, por supuesto, está inmersa en la Cadena de Amor.
Que el Espíritu Santo nos ilumine y nos dé la gracia, para poder generar en nosotros la consciencia de actuar en rectitud, con el amor más puro y desinteresado, en abandono amoroso, ofreciéndonos una y otra vez junto con el Verbo Encarnado como hostias vivas, sacrificándonos constantemente, aceptando la voluntad divina en nuestras vidas y nos permita actuar desde la obediencia y la pobreza de espíritu por la salvación de las almas.
¡Así sea!
Referencias:
Cabrera, C. (2000) Amor Activo. Obras Completas. Tomo 1. México: Editorial La Cruz, SA de CV