Mirar hacia lo alto
Georgina Arámburu Mejía
Amigos lectores, México, viviendo momentos difíciles en estos tiempos, hace que muchos de nosotros nos sintamos en ascuas e inquietos por lo que pasará a futuro. Sin embargo, como verdaderos cristianos, hay que poner toda nuestra confianza en el Rey de Reyes y Señor de Señores, que es Jesucristo.
Jesucristo es ese Rey que aquellos sabios de Oriente, desde lejos y seguramente cansados y hambrientos, fueron en su búsqueda para adorarlo. «Unos magos, que venían del oriente, se presentaron en Jerusalén, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Es que vimos su estrella en el oriente y hemos venido a adorarlo». Eran épocas en que se veneraba a muchos dioses y los sabios de oriente supieron reconocer, en la persona de Jesús, al rey de los judíos.
Nosotros, ahora, en estas circunstancias inciertas, debemos mirar hacia lo alto, ver la estrella y caminar hacia Jesús. «Tengo siempre presente al Señor, con Él a mi derecha, no vacilo. Me enseñarás el camino de la vida, me hartarás de gozo en tu presencia, de dicha perpetua a tu derecha». Sal.16,8.11.
Los invito, entonces, a hacer actos de fe, creerle a Dios, que Él marcha delante de nosotros en esta situación que nos aqueja mucho, porque una cosa dice el «rey del mundo», y otra dirá el Rey de Reyes y Señor de Señores. «El Señor es rey, está vestido de majestad; el Señor está vestido y ceñido de poder; la tierra está segura, no se derrumbará. Tu trono está firme desde siempre, desde la eternidad, Tú existes». Sal.93,1-2.
El domingo 24 de octubre, celebramos el último domingo del Año Litúrgico, con la fiesta de Cristo Rey. Hoy, más que nunca, pongamos a Jesús, nuestro Rey, en el centro de nuestro querido México. Regresémosle su trono. Que todo México aclame al Rey de México que es Jesucristo y digamos juntos:
Ven, Jesús, a tomar posesión de lo que te pertenece. Hoy, te nombramos el Rey de Reyes y Señor de Señores, de nuestra patria, nuestra familia, nuestro corazón.
Señor, te ponemos en el centro de México, para que seas Tú quien gobierne nuestra patria, porque sólo en ti nuestra alma descansa y encuentra paz. Señor, Tú que nos amas y nos purificaste, con tu sangre, de nuestros pecados, haz una burbuja con una gotita de tu sacratísima sangre, alrededor de México, para que seamos librados del maligno.
Señor, te pedimos conciencia de la parte que nos corresponde hacer como mexicanos, pero, más que nada, envía tu Espíritu Santo sobre cada uno de nosotros, para que volvamos a Dios y, solo así, podamos construir una patria de justicia, solidaridad y amor… y ¡que viva Cristo Rey!
Amén.