15 de enero de 2025

Que no me muera sin haber llenado los designios de Dios

Fernando Torre, msps

Le dice la beata Concepción Cabrera al padre José Guadalupe Treviño, MSpS: «Ruéguele mucho al Espíritu Santo […] que sea ya –aunque a los tres cuartos para las doce– lo que debo, lo que Jesús quiere de mí. Que no me muera sin haber llenado los designios de Dios en la tierra».

Si de algo tenemos certeza es que algún día vamos a morir. Ignoramos cuándo, dónde y cómo será, pero es seguro que moriremos.

En ocasiones pensamos que una persona que muere a los dos años o a los nueve o a los quince o a los treinta tuvo una vida truncada. Pero ¿qué sabemos nosotros de los designios de Dios? ¿Cómo podríamos afirmar que una misión quedó incompleta? Por otro lado, si vemos una persona de más de noventa años o de cien, pensamos que esa persona ya realizó su misión y está viviendo “horas extra”, pero no es así.

Si Dios nos regala un día más de vida, es porque quiere que realicemos alguna tarea en favor de los demás –comenzando por orar por ellos, sonreír y agradecer–, porque por medio de nosotros Dios quiere dar un mensaje a los demás, porque quiere santificarnos, porque… Dios tendrá sus razones.

¿Cómo conocer lo que debemos ser, lo que Jesús quiere de nosotros? En términos generales, Dios quiere que todo ser humano se transforme en Jesucristo (cf. Rm 8,29). Pero, sólo Dios sabe qué tanto se ha realizado esto en cada persona. En concreto, únicamente después de nuestra muerte podrá saberse –y podremos saber– lo que Dios quiso hacer en nosotros y por nuestro medio; podrá conocerse el mensaje que Dios quiso dar a la Iglesia y al mundo por medio de nosotros.

Mientras tengamos vida, aprovechemos cada día, agradezcámoselo a Dios, y roguémosle mucho al Espíritu Santo no morir «sin haber llenado los designios de Dios en la tierra».

Y, para llenar sus designios, «sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que se nos propone, fijos los ojos en Jesús» (Hb 12,1-2).

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