P. Bernardo Sada, M.Sp.S.
Señor Jesús, que decidiste acampar en nuestra tierra y hacer de nuestra historia tu hogar, Dios-con-nosotros, ¡haznos testigos tuyos!
Haz que, al contemplarte sumergiéndote en la noche de los pobres, aprendamos a adentrarnos en el rincón del mundo, donde la vida nos ha puesto. Haznos testigos encarnados como Tú, con todo lo que implica: habitar y compartir, exponerse y dejarse herir, enredarse con la historia, escuchar y sorprenderse.
Que la vida se nos llene de rostros y nombres, de luchas y sonrisas, de dolores y canciones de la gente. Que tengamos ojos para ver, en todo esto, tu presencia silenciosa y solidaria, y tengamos, también, el gesto y la palabra necesarios para que otros te perciban.
Por favor, haznos testigos, suaviza nuestra mirada, agudiza nuestros sentidos, que, por la noche, cultivemos el asombro ante la belleza y, por la mañana, descubramos tu presencia en cada persona y en todos los seres de universo.