19 de abril de 2025

A quién iremos

Recopilación Guadalupe Moreno

El Papa Francisco comenta que, en el Evangelio de la liturgia Jn 6,60-69 encontramos la célebre respuesta de San Pedro, que dice a Jesús, «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna» (Jn 6,68). Hermosa respuesta que testimonia la amistad y la confianza que lo unen a Cristo, junto con los demás discípulos. 

Pedro la pronuncia en un momento crítico, porque Jesús acaba de terminar un discurso, en el que ha dicho que es “el pan bajado del cielo” (cf. Jn 6,41), difícil de entender para la gente y, muchos, también los discípulos que lo seguían lo abandonaron, porque no entendían.

Los Doce se quedaron, porque, en Él, encontraron “palabras de vida eterna”, lo escuchaban predicar, veían los milagros y compartían con Él los momentos públicos y la intimidad de la vida cotidiana (cf. Mc 3,7-19).

No siempre los discípulos comprenden lo que el Maestro dice y hace; a veces, les cuesta aceptar las paradojas de su amor (cf. Mt 5,38-48), las exigencias extremas de su misericordia (cf. Mt 18,21-22), la radicalidad de su modo de entregarse a todos, pero son leales. Las elecciones de Jesús van, a menudo, más allá de la mentalidad común, más allá de los cánones mismos de la religión institucional y de las tradiciones, hasta el punto de crear situaciones provocadoras y embarazosas (cf. Mt 15,12). No es fácil seguirlo, expresa el Papa.

Y, sin embargo, entre los muchos maestros de aquel tiempo, Pedro y los demás apóstoles encontraron, solo en Él, la respuesta a la sed de vida, de alegría, sed de amor que los anima; gracias a Él, experimentan la plenitud de vida que buscan, más allá de los límites del pecado e incluso de la muerte. Por eso, no se van, al contrario, todos, excepto uno, incluso entre muchas caídas y arrepentimientos, permanecen con Él hasta el final (cf. Jn 17,12).

A veces, tampoco es fácil para nosotros seguir al Señor, comprender su modo de actuar, hacer nuestros sus criterios y sus ejemplos. Pero, cuanto más nos acercamos a Él, cuanto más nos adherimos a su Evangelio, recibimos su gracia en los Sacramentos, estamos en su compañía en la oración, lo imitamos en la humildad y en la caridad, más experimentamos la belleza de tenerlo como Amigo, y nos damos cuenta de que solo Él tiene “palabras de vida eterna”.

Francisco nos invita a preguntarnos ¿Hasta qué punto está presente Jesús en mi vida? ¿Me dejo tocar y provocar por sus palabras? ¿Son también para mí “palabras de vida eterna”?  Que María, que acogió a Jesús, Verbo de Dios, en su carne, nos ayude a escucharlo y a no dejarlo nunca.

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