8 de febrero de 2025

Es momento de ser joven La esperanza es una cosa con plumas

“¿El Goliat de Emily es demasiado grande o ella es demasiado pequeña?” Esa es la pregunta que Elena Ferrante se plantea, al leer Tomé el poder en mis manos de Emily Dickinson. En sus versos, menciona que requiere del doble de audacia y fuerza, para equivaler su trabajo al de David; y el desafío de definir el camino propio al ir contra las normas convencionales, algo que las mujeres comenzaron a hacer el día que se nombraron escritoras.

En un mundo cada vez más globalizado y polarizado, las poetas contemporáneas profundizan en cuestiones corporales, experiencias maternales, relaciones fallidas o abusos sexuales. Su pluma no se hace de la vista gorda, ante fenómenos sociales, como el feminismo, la identidad de género, la sexualidad, la violencia, el activismo, la ecología y la inmigración.

Buscan establecer sus propias voces y recuperar el trabajo no reconocido de quienes estuvieron antes que ellas, algo que a Dickinson le hubiera sido de ayuda.

Al analizar las referencias bíblicas (Goliat y David), que la autora americana menciona en su poema, se puede cuestionar la falta de un personaje femenino. El contexto social de la época deja entrever que no tenía modelos de su propio sexo a los que referirse, al menos no con la importancia de David. Se compara con una figura masculina que, de inicio, dispone socialmente de mayor poder. 

Hoy, las poetas escriben y crean, buscan y exponen, rompen barreras para visibilizar sus letras y desburocratizar espacios; reinventan estructuras e involucran herramientas digitales, visuales y auditivas, para complementar lo que quieren contar; crean ecopoesía, poesía de protesta, documental, conceptual y digital; sus creaciones expresan empatía, admiración y protesta. Se alejan de las miradas comunes para mostrar las múltiples caras de la realidad. 

Con una palabra, imaginan el mundo de otra manera, pero, sobre todo, construyen comunidad, porque saben que “la mujer que apunta y lanza su piedra no se enfrenta simplemente al Goliat con la flecha: su Goliat es el mundo entero”, como escribe Ferrante.

Ellas miran dentro de sí para ver al otro. No piensan que sean “pequeñas por naturaleza”, como se describe a la Emily del poema. Su talento impone. Ya no sólo pasan las páginas, sino que las enriquecen.

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