8 de junio de 2025

PERFIL BIOGRÁFICO DEL P. MOISÉS LIRA SERAFÍN, M.Sp.S. (1893-1950)

Moisés nació en Zacatlán, Puebla, el 16 de septiembre de 1893. Último de siete hermanos, creció en una familia cristiana, sencilla, humilde, de buenas costumbres; pero su infancia pronto se vio empañada por la muerte de su madre, ocurrida en 1898. Su padre, se vio obligado a trasladarse a diversos lugares, hasta que se casó por segunda vez en 1908, confiándole la custodia a un sacerdote. En ese período comenzaron a aparecer los primeros signos de una vocación a la vida sacerdotal, el joven Moisés se trasladó a Puebla. Después de dos años, dedicado al estudio, comenzó a asistir al Seminario Palafoxiano de Puebla y decidió seguir su vocación sacerdotal y religiosa. En 1914 aceptó la invitación del P. Félix Rougier, fundador de los Misioneros del Espíritu Santo, de los que fue el primer novicio, «el primogénito».

En aquellos años, se desató en México la persecución religiosa, por lo que sólo pudo asistir al noviciado de forma intermitente. En 1916, pudo vestir el hábito religioso y, al año siguiente, profesar sus votos. Continuó su proceso de formación y su ordenación sacerdotal fue el 14 de mayo de 1922. En ese tiempo se acuñó la frase para lo que sería su camino de santificación: «Es necesario ser muy pequeño para ser un gran santo».

En 1926 durante la persecución religiosa, aumentó su labor apostólica y celebraba la Eucaristía en los hogares y llevaba la comunión a los enfermos, pesar de la prohibición del gobierno.

Obedeciendo a sus superiores, se trasladó a Roma, donde asistió a cursos de teología dogmática en la Pontificia Universidad Gregoriana. Fueron años de dedicación al estudio, se propuso «estudiar toda la teología de la Iglesia para hacerla amar, pero sobre todo disfrutarla en el silencio de la meditación a los pies del Maestro».

En 1928 regresó a México, continuó con mayor entusiasmo y generosidad su misión como guía de almas, ejerciendo excelentemente su carisma como director espiritual y desempeñando su ministerio en el confesionario, al punto de ser llamado “mártir del confesionario”. En el trato con las personas era enérgico y comprensivo, combinando dulzura con exigencia, de hecho, sabía tratar a las personas con espontaneidad y naturalidad. Todo con la sabiduría de un maestro. En 1934 fundó a las Misioneras de la Caridad de María Inmaculada. La caridad del padre Moisés se dirigía a todos: pobres, ricos, ancianos, jóvenes y niños; de hecho, se implicó particularmente en la pastoral de los acólitos y las religiosas.

Tenía una devoción filial a la Virgen María. Su acción pastoral fue muy eficaz, y en el ejercicio de su ministerio su pureza fue cándida, ingenua como la de un niño. Siguiendo el ejemplo de María, se puede presentar como modelo de paternidad espiritual; instrumento del perdón de Dios para sus hijos y sanador de sus heridas.

Cumplía su deber y las Constituciones y con un gran sentido de fraternidad comunitaria.  Se destacó por su obediencia y alegría, por su humildad y sencillez. Según la fe, vivió todos los acontecimientos, incluso la persecución, la incomprensión y la enfermedad, y la alegría sobrenatural, hasta el punto de que quienes pudieron conocerlo se dieron cuenta de que se encontraban ante una persona digna de estima y confianza, pero virtuoso y ejemplar. Mientras tanto, su salud se deterioraba y, tras complicaciones cerebrales, llegó al final de su vida. Murió en la Ciudad de México el 25 de junio de 1950. Su funeral fue prueba de la fama de santidad que gozaba entre el Pueblo de Dios.

 El Papa Francisco lo declaró Venerable el 27 de marzo de 2013.

Por su intercesión se le atribuye la curación milagrosa de María Ramírez Mendoza, que estando en embarazada descubre estar afectada por una anomalía fetal muy grave. La Señora rechaza interrumpir su embarazo, como le sugerían los médicos y se encomienda al padre Moisés, y le pide al Señor por su intercesión su curación. En una visita médica en el sexto mes de su embarazo, con gran asombro, el médico le comunica a la paciente que la anomalía había desaparecido en el feto y que estaba en buen estado de salud. El 6 de septiembre de 2004 dio a Luz a Lissette Sarahí una niña perfectamente sana.

Su beatificación se llevó a cabo el 14 de septiembre de 2024 en la basílica de Guadalupe.

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