Hemos analizado la Cadena de Amor, de Concepción Cabrera de Armida, conformada por catorce reglas, que nos dan luz para acercarnos cada vez más a Dios. En este artículo, hablaremos sobre la doceava regla, donde Jesús le hace saber a Conchita que el dolor, por sí solo, es estéril; sin embargo, cuando en oración lo unimos a los dolores que Nuestro Señor padeció en la cruz, este dolor se transforma en salvífico.
Cuando leemos la vida de la Beata Conchita, a veces, nos cuestionamos el por qué o el para qué de sus penitencias corporales, he aquí la respuesta: Sus dolencias físicas y espirituales estaban relacionadas con la virtud de la penitencia, la caridad, la templanza, la humildad que brotaban de su profundo amor por Jesús.
La Cadena de Amor consiste en ir uniendo los eslabones que vamos forjando, cada hora de nuestro día, con los actos de virtud por amor que realizamos, ofreciéndolos a Jesús. Cada eslabón, unido a otros miles de eslabones provenientes de los creyentes, formará esa Cadena de la tierra al cielo, construyendo el canal por donde vengan las gracias para el mundo.
Conchita nos dice: “Llevan las virtudes tal unión y constancia que, al practicar una, todas las demás resuenan”. Por ejemplo, practicando la humildad, se practica la obediencia, la pureza, la pobreza, el dominio propio y otras más.
Para orar, aceptando el dolor, contempla a Jesús crucificado. Algunas jaculatorias que nos ayudarán: “Señor, hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo”; “Todo lo puedo en aquel que me conforta”; “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» y el Ofrecimiento del Verbo Encarnado, cada hora.
Practica mortificando tu curiosidad, no preguntes nada, si no es necesario. No pidas nada, acepta lo que te den, no te quejes de nada. Acepta de corazón a las personas con quienes interactúas en tu día a día, no critiques. Busca una acción concreta que te una a Jesús crucificado. Trata de ver, con los ojos de Dios, la enfermedad, el sufrimiento propio o de los demás. Obsequia algo los viernes a algún pobre, en recuerdo de la pasión de nuestro Señor. Finalmente, comparte tu tiempo y compañía con los que sufren; con los enfermos, comparte su soledad, su cansancio y escúchalos como lo haría Jesús.
Referencias:
Cabrera, C. (2011) Amor Activo. Obras Completas. Tomo 1. México: Editorial La Cruz, SA de CV Vera, C. (2019) Vivir la Cadena de Amor. México: Publicaciones CIDEC