Ramón de Portell
Nació sin nacer
Gabriela Marcial Santos
El conocer la historia de los diferentes santos siempre es muy interesante. El conocer su lugar de origen, la época en la que les tocó vivir, cómo conocieron su camino a Dios y decidieron seguir el proyecto al cual nos invita a todos a formar parte.
Ramón de Portell es uno de ellos, mejor conocido como San Ramón Nonato (este termino se les da a los no-nacidos), ya que él nació por medio de una rústica cesárea, cuando su madre ya había muerto.
Nació en Portell, Barcelona, muy joven, se sintió atraído a la religión al ver la evangelización de unos frailes. Más tarde entró a la congregación de Padres Mercedarios, que se dedicaban a rescatar cautivos. Durante su vida, se dedicó a liberar esclavos en el norte de África, además de ayudar a las mujeres en trabajo de parto, a pesar de no tener conocimientos médicos. Por esta razón, hasta el día de hoy, muchas mujeres, con algunas dificultades en el embarazo, acuden a este santo para buscar su acompañamiento durante el momento del parto.
El Papa Francisco comentó, en alguna ocasión, en la celebración de la fiesta de este santo, lo siguiente: Aún hoy, cuando en las audiencias algunas parejas me piden la bendición para que venga un hijo, yo les digo que recen a San Ramón Nonato y juntos abracen la esperanza.
San Ramón nunca se intimidó a evangelizar a musulmanes, aun sabiendo que ponía en riesgo la vida. Por esto, se le colocó un candado en la boca, que solo abría el carcelero para darle de comer. Así estuvo ocho meses, hasta que pudieron rescatarlo.
Fue nombrado cardenal, por Gregorio IX, pero, a pesar de eso, permaneció indiferente, no cambio ni su vestido, ni su lugar en Barcelona. Tiempo después, el Papa lo llamó a Roma, pero una violenta fiebre causó su muerte, a los 36 años. Murió en Cardona, a diez kilómetros de Barcelona, el 31 de agosto. Hoy, a este lugar, acuden peregrinos y otras personas a orar.
Cuenta la tradición que, antes de morir, san Ramón pidió el santo viático y, como no hubo quien se lo administrase, se dice que Jesús, con un gran cortejo de ángeles, le dio el Santísimo Sacramento de su Cuerpo y Sangre. Así se lee en una cartela, en la capilla del santo, en el monasterio en Lleida, España.