EL mundo en el que vivimos está orientado hacia una realidad materialista, donde lo que produce ganancias monetarias es lo que es valorado. No es malo pensar en estrategias que favorezcan el rendimiento dentro de una economía. Pero ¿alguna vez nos hemos pensado si esta mentalidad ha causado efectos secundarios?
La mentalidad sobre el valor que le damos a las cosas contribuye a restarle importancia y potencial a la mujer. Creemos que el bienestar de una persona puede ser medido por números y porcentajes, restamos importancia al rol que varias mujeres desempeñan dentro de la sociedad: la maternidad.
La economía que rige nuestras vidas usa al PIB para medir el bienestar de la comunidad, contribuyendo a moldear personas que no valoran el rol de una mujer en el desarrollo de la economía y la sociedad.
Vemos a mujeres incorporándose a la vida laboral y asumiendo cargos que, antes, eran ocupados por el sexo opuesto. Sin embargo, la mayoría de las mujeres dedican más tiempo que los hombres al trabajo no pagado. Gran parte de su vida la dedican a sus familias, produciendo bienes para sus hogares. Por lo tanto, para la economía, no generan un PIB que altere los números.
Aunque en términos matemáticos sea correcto, esta forma de pensar ha hecho que la maternidad reste valor a la mujer dentro de la sociedad, que no se vea su potencial ni los ladrillos que levanta a diario para construir un futuro; que se crea que la mujer, por dedicar parte de su vida a su casa y familia, es inferior.
La economía nos enseña que el único factor que importa, para construir una buena sociedad, es la producción de bienes. Olvidamos que una sociedad está compuesta de algo mucho más que consumidores que venden, ganan y pierden inversiones; que está construida por personas que adquieren ciertos niveles de ética, moral, inteligencia, sentimientos, valores y aprendizajes para poder convivir adecuadamente.
Una sociedad no solo necesita el PIB, que la encomia mide y valora. La mujer, a través de la maternidad, se esfuerza por producirlo en su casa, generando ganancias morales y éticas, añadiéndole valor al aprendizaje y a la inteligencia de los miembros de una comunidad, imprescindible para crear un futuro sostenible que debe empezar a ser mejor valorado.
Dentro de nuestra forma de pensar existen aún patrones que nos llevan a contribuir a la desigualdad de género. La medición del bienestar humano va mucho más allá que los números y el trabajo que una mujer desempeña, dentro de una casa, no debe ser minimizado. Porque así, como el PIB mide la economía y es muy importante, el otro lado de la moneda es necesario para subsistir. Paul J. Meyer dijo “La productividad nunca sucede por accidente. Siempre es el resultado del compromiso, la excelencia, la inteligencia, la planeación y el esfuerzo.” Es una realidad que debemos aprender. Por lo tanto, es imposible subir los escalones para llegar a la productividad y generar ganancias económicas, sin el otro lado del PIB.