8 de julio de 2024

Tomás, el apóstol, nos enseña sobre la fe

Tomás es el patrón de los arquitectos, impulsivo, decidido, pero muy apoyado en lo que él pensaba. Estaba dispuesto, aparentemente, a todo, un hombre de fe profunda. Sin embargo, es puesto a prueba por la vida, pero no se esconde, expresa sus dudas, le hace a Cristo las preguntas que ocupan su corazón.

En Tomás, encontramos un tema de fe muy actual, porque el mundo está pasando por una evidente crisis de fe, de creer en Dios. Hay muchos que no lo conocen, que no lo aceptan, que dudan que exista, pero también están otros, quienes han pasado un largo tiempo con Él, como le pasó a Tomás.

Quienes lo han conocido han estado cerca de la Iglesia, han servido, Evangelizado. De pronto, algo pasa, asaltan las dudas, se pierde el entusiasmo, el fervor de las actividades, algo comienza a faltar, muchos logran notarlo y, algunos, ni siquiera suelen darse cuenta, pero cada persona, en lo profundo de su corazón, puede constatarlo.

Eso pasa con Tomás después de la crucifixión. Existe una dureza en su corazón, una resistencia a creer, probablemente, resultado del dolor, de la pérdida de ver a Jesús en la cruz, ocasionando que su fe vacile, cuestionándose todo.

Por esta razón, cuando los apóstoles ven a Jesús resucitado y le comentan a Tomás que ha estado con ellos, él no les cree, afirmando que, hasta que logre meter el dedo en sus llagas, creerá.

Momentos llenos de incredulidad, después de lo que han pasado; pero Jesús, conociéndolo y aceptando esa falta de fe, se presenta ante él mostrando sus llagas, como diciendo, deja esa actitud que sigo estando aquí, con ustedes. La respuesta de Tomás, al verlo, es todo amor, al responder: “Señor y Dios mío”. Es el único que, hasta ese momento, se rinde ante Él con esas palabras.

Podemos ver, en los apóstoles, su humanidad. Ese es nuestro camino hacia Jesús, caer, levantarse; esos altos y bajos. Nuestras crisis de fe son crisis de crecimiento y nos sirven para ser más adultos en nuestra fe, para acercarnos más y más a Dios. Tomás era uno de los apóstoles que no quería quedarse nunca con la duda, pero tenía una gran virtud, la sencillez, la sinceridad que lo hacía cuestionarse. Luchemos para no tener miedo a seguir a Jesús, que las crisis nos ayuden a levantarnos fortalecidos y no quedarnos ahí.

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