por ticular… mismo libro, diferente película.
La intención de esta reflexión es recordar que, si bien es válido tener opiniones sobre las personas, sus acciones y decisiones, entre otras cosas, el emitir juicios se vuelve un tanto “arriesgado”; más cuando es probable que ni siquiera se trate de un documental y que solo conozcamos la película, en alguna de sus versiones, o leído, apenas, el prólogo de un libro.
En fin, pero, como no soy yo ni la Madre Teresa, ni tampoco soy capaz de leer tantos libros y, además, disfruto de las películas, me limito a darle el crédito que corresponde a cada historia, a cada cinta, intentando recordar que, así como en el cine, en la vida hay muchas versiones, actores y directores.
Y me quedo con mi interpretación, porque no estoy segura de si yo misma soy un “diario” con llave, un “libro abierto” o “best seller”, al final, estoy convencida de que todos en esta vida somos libro, no película Ayer, estaba leyendo esta cita, que me guardé para escribir este artículo y compartirla… Y dice así: “No juzgues un libro a partir de su película”
Es cierto que, los que disfrutamos del cine, sabemos muy bien que el libro es “la neta” y que la película es la interpretación de esa historia, novela o cuento, a través del “lente” e intención de quien lo reproduce. De ahí que, varias películas, a través de los años, se repitan en diferentes versiones y propuestas.
Y lo mismo sucede, en nuestra vida diaria: interpretamos y juzgamos, a partir de nuestro lente.
Un “caso” muy sencillo y palpable — solo por poner un ejemplo – lo tenemos en nuestra misma familia. Me parece interesante observar cómo, a pesar de que, creciendo juntos, los hermanos, “aparentemente” misma educación y reglas, tenemos una opinión diferente de nuestros padres; contamos experiencias de distintas formas y con diversos matices, como si cada uno hubiera tenido a su propia mamá o papá; coincidimos, seguramente, en muchas cosas, pero lo hemos vivido y experimentado de forma muy par.
