3 de julio de 2024

Ante el proceso electoral, ¿qué hacer?

Para cuando salga publicado este artículo, estaremos a unas cuantas horas de conocer quiénes serán las personas elegidas, democráticamente, para llevar el rumbo del país por los siguientes seis años. Hemos pasado meses escuchando propuestas, ataques, señalamientos y un montón de razones para escoger a tal o cual candidato o candidata.  

De unos años para acá, el ambiente ha estado tan polarizado y dividido en la sociedad que es muy difícil hablar de esta situación sin que alguien salga interpelado, aludido o incluso ofendido. Sin embargo, es un proceso que se repite cada determinado tiempo y que no es ajeno a casi nadie, y pareciera que las tensiones no acabarán el 2 de junio, pues, gane quien gane, habrá quienes se inconformen y quienes no sepan ni ganar ni perder.  

En medio de todo ese contexto, vale la pena reflexionar, ¿qué papel debo jugar yo en todo este ambiente electoral? ¿Mi fe me puede dar pautas para actuar y contribuir a la pacificación social? Yo considero que sí y, de la reflexión, he pensado en tres puntos que quisiera compartir para impulsar la reflexión personal 

Es importante salir a votar. No solo porque es un derecho y un deber consagrado en nuestro sistema jurídico y por lo que representa en nuestra historia, sino porque es un primer paso, que nos permite incidir en las decisiones de nuestro país y nos da el chance de tener voz sobre quién dirigirá nuestro país.  

Hay que orar por quien resulte electo. No importa si es Claudia, Xóchitl o Jorge, quien porte la banda presidencial los próximos seis años. Si de verdad creemos en que Dios es omnipotente y que Santa María de Guadalupe interviene en favor de nuestro país, no debemos guardar para nadie nuestras oraciones, pidiendo a Dios que ilumine las mentes y corazones de nuestros próximos gobernantes. Al final de cuentas, queremos que, a nuestro país, le vaya bien. 

Debemos ser factor de unidad y reconciliación. ¡Ya basta de señalarnos entre hermanos, por la pequeñez de una idea o de un color! A veces, nos olvidamos de que, a esos a quienes despreciamos por ser “chairos” o “fifís”, son nuestros hermanos de bautismo y que, muchas veces, profesamos la misma fe. ¿Vale la pena olvidar que el perdón y el amor son parte fundamental de nuestra fe por política? El 3 de junio seremos los mismos y de cada uno de nosotros depende sanar nuestras heridas sociales en nuestras casas, trabajos, universidades o grupos sociales. 

Roguemos a Dios por nuestros gobernantes, pero, más que nada, por nuestro pueblo, que se reconcilie bajo la unidad que representa el ser Hijos de Dios.  

¡Ánimo firme! ¡Qué viva la Cruz que nos hermana a todos!  

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