3 de julio de 2024

Pureza de intención 

Querido lector, en esta sección, hemos venido analizando las reglas de la “Cadena de Amor”, cuya finalidad es crecer en el amor en sus tres dimensiones: Dios, el prójimo y uno mismo. Este crecer en el amor está construido con base en la mística de la Espiritualidad de la Cruz; en otras palabras, consiste en unir nuestra vida a la ofrenda y sacrificio de Jesús en la Cruz, por amor, buscando la gloria de Dios y la salvación de las almas. Así, la vivencia de las reglas es un hermoso medio que nos facilita cumplir esta intención.   

En el libro “Amor Activo”, de Concepción Cabrera de Armida, nuestra querida Conchita escribe lo que nuestro Señor le dicta: “La santidad consiste en la pureza y el sacrificio generoso y constante de un alma abandonada totalmente a la voluntad divina”. Pero ¿a qué se refiere con la pureza? Jesús le explica a Conchita que la pureza de intención nace del amor de Dios, crece y se desarrolla en el recogimiento y en el silencio interno del alma. Es bondad infinita, caridad inagotable. Consiste en ofrecer todos nuestros actos con el fin de agradar a Dios, de complacerle. Pero estos actos deben partir de un corazón puro, que solo atesora riquezas espirituales.  

La pureza de intención hace que la persona se olvide de sí misma, abandonándose a la voluntad divina. No busca recompensa de sus acciones, sino únicamente recordar siempre a Dios, complacerle y agradarle. Así, la pureza de intención va acompañada de la presencia de Dios en nuestras vidas.  

Algunas jaculatorias, que nos pueden ayudar para mantener esta presencia viva, son: “Padre, mira en mí a tu Verbo”; “Espíritu Santo, sin Ti, no hay nada bueno en mí”; y el ofrecimiento del Verbo Encarnado cada hora. También, nos es de gran ayuda el reflexionar sobre todo lo que hago en el día a día, ¿a quién busqué agradar? Analizar si en alguna de mis acciones traté de sacar ventaja de alguien o de algo, para modificar, dependiendo de lo que descubra en estas meditaciones, qué me falta para tener la pureza de intención.  

Finalmente, el P. Vera sugiere encomendar al Señor cada una de nuestras obras y nuestros trabajos, para ponerlos frente a su mirada. Llevar a la oración cada una de nuestras relaciones y pedir al Señor la pureza de intención para servir sin cansarnos. Así, poder llegar a hacer vida la frase del P. Félix de Jesús Rougier: “…vivir con los pies en el suelo, el corazón en el Sagrario y el alma en el corazón de María…”  

Referencias: Cabrera, C. (2011) Amor Activo. Obras Completas. Tomo 1. México: Editorial La Cruz, SA de CV 

Vera, C. (2019) Vivir la Cadena de Amor. México: Publicaciones CIDEC 

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