Antoine de Saint-Exupéry, escritor francés, famoso en el mundo principalmente por su obra de El Principito, en algún momento de su vida, escribió esta hermosa oración que, a mi parecer, es también una reflexión y que nosotros bien podemos aplicar en nuestro día a día. Se las comparto a continuación:
Señor, enséñame el arte de los pequeños pasos.
¡No pido milagros, ni visiones, pero sí pido fuerza para la vida cotidiana!
Hazme atento e inventivo para captar, en el momento adecuado, los conocimientos y experiencias que me tocan particularmente.
Fortalecer mis opciones en la distribución de mi tiempo.
Hazme sentir qué es lo esencial y qué es lo secundario.
Pido fuerza, autocontrol y moderación, para no dejarme llevar por la vida, sino organizar sabiamente el transcurso del día.
Ayúdame a afrontar, lo mejor posible, lo inmediato y a reconocer la hora presente como la más importante.
Ayúdame a reconocer, con lucidez, que la vida va acompañada de dificultades y fracasos, que son oportunidades para crecer y madurar.
Hazme un hombre capaz de llegar a los que yacen en el fondo.
No me des lo que quiero, sino lo que necesito.
¡Enséñame el arte de los pequeños pasos!
¡Que así sea!