por El Papa Francisco nos recuerda que, este 15 de mayo, es el Día Mundial de la Familia y nos pide que oremos por ellas, para que el Espíritu del Señor las haga crecer en el espíritu de amor, respeto y libertad.
Francisco expresó que, en el libro de los Hechos de los Apóstoles, vemos que, al principio, la Iglesia crecía en paz y el Espíritu del Señor se difundía (cf. Hch 9,31). También, había tiempos de persecución, como lo vemos con Esteban (cf. caps. 6-7); luego Pablo, el perseguidor, convertido y, a su vez, perseguido… Tiempos de paz, tiempos de persecución y también tiempos de turbación (cf. Hch 15,22-31).
¿Qué había pasado? Estos cristianos, que procedían de entre los paganos, habían creído en Jesucristo, habían recibido el Bautismo y estaban felices. Del paganismo al cristianismo, sin ninguna etapa intermedia. En cambio, “los judaizantes”, afirmaban que esto no podía hacerse. Si uno era pagano, primero, tenía que hacerse judío, un buen judío, y luego hacerse cristiano para seguir la línea de la elección del pueblo de Dios.
Y estos cristianos no lo entendían, estaban turbados… y aquellos que opinaban tan rígidamente eran personas con argumentos pastorales, teológicos y morales inflexibles. La gente que seguía a estos doctores de la ley era manipulada y no conocía la alegría del Evangelio. Según ellos, la perfección para seguir a Jesús era la rigidez.
Durante la historia de la Iglesia, esto se ha repetido, incluso, en nuestros tiempos.
Ahí, donde hay rigidez, no está el Espíritu de Dios, porque Su Espíritu es libertad. Y esta gente quería eliminar la libertad del Espíritu de Dios y la gratuidad de la redención. La muerte y resurrección de Cristo es gratuita. No se paga, no se compra: ¡es un don!
El espíritu de libertad Evangélica te lleva a la alegría, porque esto es exactamente lo que hizo Jesús con su resurrección: ¡Ha traído la alegría!, expresó el Papa. La relación con Dios, la relación con Jesús no es una relación de intercambio. La relación de Jesús con sus discípulos es de amistad: «Vosotros sois mis amigos» (Jn 15,14). “No os llamo siervos, os llamo amigos” (cf. v. 15). «No me habéis elegido vosotros a mí; más bien, os he elegido yo a vosotros» (v.16).
Al finalizar, Francisco nos pide orar, para que el Señor nos libere del espíritu de rigidez que nos quita libertad y de cualquier turbación, de aquellos que ponen la vida de fe bajo prescripciones que no tienen sentido; y nos invita a cumplir los mandamientos.
