por Recientemente, escuché la historia de un maestro y su discípulo, que viajaban por el mundo hasta que, en cierto pueblo, se toparon con una familia muy pobre, que vivía en una casucha y cuya única posesión era una raquítica vaca, que poca leche les daba. La familia se conformaba con estas condiciones de vida ya que, según decían, por lo menos tenían algo para comer. Más tarde, y por azares del destino, perdieron la vaca, quedándose desolados y en la miseria absoluta. A los pocos días, se dieron cuenta de que tenían dos opciones; la primera era no hacer nada y morir de inanición y, la segunda, tomar acción y hacer algo al respecto, de manera tal que pudieran generar alguna otra fuente de alimentación. Afortunadamente, tomaron el camino que los sacaría de su zona de confort y consiguieron algunas semillas, para sembrar vegetales y legumbres con los cuales alimentarse. Después de algún tiempo, comenzaron a vender los sobrantes y, más adelante, ya los vendían en un puesto en el mercado. De esta manera, lograron generar suficiente dinero para comprar mejores ropas, arreglar la casa y tener una nueva vida.
Y, aunque la historia es un poco más larga y detallada, lo que vale la pena es la enseñanza que nos deja, la cual, salvo tu mejor opinión, se enfoca en el hecho de hacer algo, cuando parece que la vida y las circunstancias se ponen en nuestra contra.
En muchas ocasiones, nos conformamos con lo que tenemos, ya sea un trabajo que no disfrutamos, un cuerpo y condición física con la que no nos sentimos a gusto, una relación que, sin duda, podría ser mejor o cualquier otra situación en donde no nos sentimos satisfechos, pero, ante la cual, decidimos no hacer nada y dejar las cosas como están.
Este texto no tiene otra finalidad que ayudarte a reflexionar, acerca de aquellas situaciones o áreas de tu vida en las que no te sientes satisfecho, al tiempo que te invita a salir de tu zona de confort y dar un paso en dirección hacia un futuro mejor. ¿Te atreves?
