8 de julio de 2024

¡Ahí estás, Espíritu de Dios!

Salgo al jardín y te me das en una explosión de colores, el aroma de las flores, la frescura del agua mojando la tierra, la luz del sol que se asoma entre las ramas. Toco el tronco de un árbol y me inclino contra él, contactando el deseo de reclinarme sobre ti. Esta diversidad me asombra y me quita el aliento. Espíritu Creador: el cosmos entero está ungido por ti. 

Hago silencio y puedo oír tus insinuaciones. Mi brújula interior: solo si atiendo a tu voz, si percibo tu mirada y siento tu aliento, puedo empeñarme en otro modo de vivir posible y ajustar de nuevo mi rumbo a tus latidos que me habitan. Espíritu Humanizador: vida desbordante que quiere ya nacer en mí, porque le ha llegado su hora. 

Me meto en el mundo, recorro calles, visito casas, escucho amores y dolores, tocando a veces el misterio de esta vida rota. Y te encuentro a ti, impulso anónimo de quienes cuidan la tierra, comparten su pobreza, deshacen los planes del mercado, siembran otra historia y hacen sagrado lo cotidiano. Espíritu Esperanzador: eres fuego bajo las cenizas, revolución que se anuncia en los márgenes del mundo y de cada ser humano. 

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