Queridos lectores, continuaremos analizando la Cadena de Amor, que dictara nuestro Señor Jesucristo a Conchita Cabrera de Armida. En esta ocasión, repasamos la regla 7, que implica, con nuestra virtud de la fe, contemplar el misterio de la Santísima Trinidad, revisar en los Evangelios cómo es la relación de Jesús con su Padre, de Jesús con el Espíritu Santo para imitarla, para tratar de emular esa relación tan cercana y filial con las figuras de la Trinidad.
La oración es un factor importantísimo, como hemos hablado en artículos anteriores, para poder hacer vida la Cadena de Amor. Algunas jaculatorias, que nos ayudan a recordar esta séptima regla son, por ejemplo: “Jesús, te seguiré a donde quiera que vayas”; “Dios mío, creo, espero, adoro y amo y te pido perdón por los que no creen, no esperan, no adoran y no aman”; “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo creo, espero, adoro y amo” (Salmo 130 [129]); y el Ofrecimiento del Verbo Encarnado. Escuchando al P. Carlos Vera, en su enseñanza de la Cadena de Amor, mencionaba que, hoy en día, vivimos de prisa, todo es exprés y señalaba que, para que no se nos olvide hacer cada hora nuestro ofrecimiento, nos brinda una fórmula breve que dice: “Padre Santo, por las manos de María te ofrezco a Jesús, Verbo Encarnado, y me ofrezco con Él”.
Sumando a lo anterior, el P. Carlos Vera, M.Sp.S. nos sugiere que, para poder vivir este vacío de afectos, hagamos actos de fe a lo largo del día. También, podemos decirle a Jesús que lo amamos por ser quien es y por encima de todo. Además, podemos pensar en todos nuestros afectos familiares, de amistades y de personas, con las que me relaciono día a día, para ofrecerlos a Jesús, renunciando a manipular, controlar, explotar o sacar provecho de alguno de ellos.
Como sacrificio, podemos no buscar ser preferidos por quienes tienen la autoridad, ser humildes; renunciar a tener “consentidos”; tratar a todos por igual; no mostrar preferencia por nadie; preferir solo a Dios. De esta manera, estaremos realmente vaciándonos de todo lo que no sea amar a nuestro Señor.
Pidamos al Espíritu Santo que nos ilumine para poder llevar a cabo la séptima regla a la vida diaria.
Referencias: Vera, C. (2019) Vivir la Cadena de Amor. México: Publicaciones CIDEC