por Querido Dios,
Hoy, he decidido escribir mi propia oración por los hijos; sí, por todos ellos, pero, especialmente, te pido por nuestros hijos mayores de edad, aquellos que ya toman sus propias decisiones y que ya tienen las alas “listas para emprender el vuelo” o que ya van elevándose, unos a mayor velocidad que otros y que, incluso, ya nos hicieron suegros y hasta abuelos, o tal vez ni lo uno, ni lo otro, pero ya “se fueron” o están a punto…
Y escribo la presente conforme lo voy sintiendo, con la información que tengo ahora y con base en lo que observo y escucho.
Querido Dios, hoy, son tantas las nuevas tendencias, las opiniones y los mensajes, que como padres recibimos todos los días, que “intentamos” respetar sus decisiones, formas e ideologías; pero esa parte de “soltar a los hijos”…ah, cómo nos cuesta, porque más allá de que compite con nuestras propias fórmulas, convicciones y experiencias de vida, estamos, y seguimos apoyando, desde esa postura “respetuosa”, con todo lo que la preocupación implica; sí, esa que nos “pone contra las cuerdas”.
En fin, querido Dios, el contexto de cada familia lo conoces de sobra, te pido, en nombre de todos, que nos compartas de tu sabiduría; sí, a nosotros como padres, porque nos urge entender este mundo de locura y confiar, sabiduría para nuestros hijos; que estén siempre abiertos a escuchar, atentos a tomar buenas decisiones y más seguros para emprender; para que encuentren ese balance entre disfrutar de la vida, pelear por sus propias causas, trabajar por lo que quieren y conseguirlo… pero, lo más importante, para que te encuentren a Ti; para que consigan esa paz, que es el ingrediente que yo he conocido en muchos momentos como el más cercano a la felicidad.
Querido Dios, en pocas palabras, “sabemos que los hijos son prestados” y que son tuyos en su totalidad; cuídalos, búscalos, háblales, insiste por favor, y, aunque yo intente soltar, te pido que Tú nunca lo hagas.
Por los siglos de los siglos…
Amén
