3 de julio de 2024

La danza universal

Señor, amigo y amante de todo lo bueno y lo bello. Te descubro en los ruidos silbantes de la noche, envolviéndome, echándome encima tu manto oscuro. ¿Es que acaso te entreveo, cálido y sonriente, en esta noche que me abraza, en sus cantos y su viento, sus estrellas y su negro velo? 

¿Qué es esta interior similitud que encuentro tener con todo lo que existe, esta íntima atracción entre los cuerpos más diversos: la flor y el colibrí, la nube y la montaña, las piedras y la lluvia que las besa? ¿Qué es sino tu pulso creativo, que todo lo habita, todo lo sostiene y todo lo vincula? Oh, amable corazón de lo real, déjame mirarte detenidamente, hazme escuchar tu música escondida en la mañana, enséñame a cuidarte con esmero en cada ser. 

Y, cuando lleves esta danza a su canción definitiva, y la ambición y la violencia sean recuerdos de lo viejo, cuando al fin te recibamos completa y libremente, el universo entero te dirá en mi boca aquello que, al crearnos, tú soñabas. 

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