8 de julio de 2024

Jesucristo vendrá a juzgar a vivos y muertos (segunda parte)

Este artículo del Credo hace referencia a la parusía, el retorno glorioso de Nuestro Señor al final de los tiempos. Jesús mismo anunció su segunda venida: “Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia y Él separará a unos de otros” (Mt. 25:31-32). Pasajes como estos hacen eco de profecías del Antiguo Testamento y se refuerzan, también, en algunas cartas y, sobre todo, el Apocalipsis. 

¿Cómo entendemos estos presagios? ¿Creemos en ese fin del mundo apocalíptico o es, para nosotros, solo una metáfora? Ciertamente, los cristianos podemos leer aquí el sentido de nuestra muerte individual. Jesús nos llama a vivir, preparados para el momento de la muerte, como las novias que esperan al esposo o el siervo que espera a su amo. “Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor” (Mt. 24:42). 

No obstante, no debemos desechar el sentido escatológico de la Biblia, para la cual el destino de la humanidad está unido al destino de todo el universo. Jesucristo, el Salvador del mundo, es el alfa y el omega; el sentido del universo, de la creación, de la historia y de la humanidad, su centro y su fin. Nuestro Señor realmente vendrá al final de los tiempos, a culminar la historia de la humanidad y la creación.  

Esto no debe atemorizarnos, en la medida en que seamos como las novias prudentes. En el tiempo presente, la Iglesia, peregrina en la tierra, se prepara para recibir al novio “y la han vestido con lino fino de blancura resplandeciente. El lino simboliza las buenas acciones de los santos” (Ap. 19:8). Parusía también significa presencia; nosotros creemos que Jesús se hace presente en la Eucaristía y, así, nos acompaña hasta el fin del mundo (Mt. 28:20).  

Con esperanza, busquemos el Reino de Dios y exclamemos ¡Maranatha! ¡Ven, Señor Jesús! 

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