3 de julio de 2024

La noche, el grito, la muerte…

Nuestras noches y tu noche se conocen bien, Señor. Nuestras noches de dolor, de desesperación, de abandono, de gritos, de desesperanza, de soledad. A pesar del miedo, no quisiste saltarte todos los sufrimientos, porque quisiste hacerte semejante a tus criaturas. Siendo Dios todopoderoso, fuiste tan empático que te encarnaste, te sometiste, luchaste y, por amor, te entregaste, para salvarnos, sí, pero también para mostrarnos que Tú entiendes el mal, las noches, los gritos e, incluso, la muerte.  

Y la realidad es que, cada año, sigues prolongando tu Triduo Sacro, aunque lo haces desde la liturgia que celebra tu Iglesia anualmente, también desde el dolor de cada uno de tus hermanos.  

Sigues condoliéndote, con quienes son encarcelados injustamente, con quienes pasan las noches en los hospitales acompañando a su familiar enfermo o herido, o con quienes ya perdieron a su ser querido y lo acompañan en su último adiós. 

Acompañas a quienes sufren de violencia física, psicológica y sexual, todos los días, a los migrantes, a las víctimas de los fenómenos naturales, de las guerras, del terrorismo y el narcotráfico, de la pobreza y la indolencia de los gobernantes, muchos de los cuales se proclaman seguidores tuyos.  

Acompañas a los ancianos abandonados y a los jóvenes discriminados y acosados.  

Acompañas, porque conoces y nos conoces. 

¿Y qué podemos hacer nosotros, como Iglesia, sino emularte en ese acompañamiento con los desprotegidos, con los abandonados, con los pequeños?  

Amigo mío, cada año contemplamos tu cruz, una cruz con corazón, una cruz luminosa y glorificada. Por favor, danos la gracia para también ver las cruces que vive cada uno en su obscuridad, que no han sido glorificadas por la religión, que son tan cotidianas que pasamos por alto.  

Danos el regalo de la empatía, de la misericordia, de la compasión. Que esta Pascua no nos sea indiferente, ni litúrgicamente, ni socialmente, que, de verdad, te veamos en el más pequeño.  

¡Ánimo firme! ¡Qué viva la Cruz (y demás cruces obscurecidas por nuestra indiferencia)! 

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