1 de julio de 2024

A los padres

El 8 de marzo, conmemoramos a miles de mujeres que, a lo largo de la historia, han tenido la valentía y la perseverancia de luchar por sus derechos, por su dignidad y una mejor vida para las futuras generaciones. Pero este día, además de conmemorar, me gustaría invitarte, a ti, como mamá, papá, a pensar en la visión que transmites a tus hijos. Y, después, invitarte a dejar de reflexionar y empezar a actuar. 

Enseña a tu hija a amar, a perdonar, a dar… Pero, también, enséñale a defenderse, a cuidarse, a ser independiente, a tener sueños sin fronteras, a perseverar en un mundo que, probablemente, la juzgue por ser simplemente una mujer. Repítele, más de mil veces, que nunca debe hacerse menos, ni reprender su potencial por costumbre social.  

A tu hijo, enséñale a ser caballero, generoso, respetuoso; también, demuéstrale que su ayuda es de suma importancia para poder construir un mejor futuro, con equidad y mayor seguridad. Enséñale que las mujeres no fueron hechas para dejarse etiquetar y maltratar. Déjale en claro que, en esta lucha, se necesita la participación del hombre, porque no es ir en contra de él, sino trabajar con él.  

Enseñen a sus hijas a ser como las mujeres que conmemoramos hoy. Enseñen a sus hijos a admirar y respetar a las mujeres que celebramos en este día. Inviten, a los dos, a ser parte del cambio, porque es su mundo y son la futura generación.  

Ahora que sé que no soy una talla, un color, una etiqueta, un estado de moda o una posesión; ahora que sé que la primera que debe estar realmente consciente y convencida de su valor soy yo, estoy orgullosa de ser mujer, yo misma reconozco mi potencial.  

Derramo lágrimas, no por el tiempo que perdí de vida, sino por el dolor al ver la porquería de ideología en la que nuestra sociedad está metida; por haber dejado que condicionaran mi libertad, me pusieran etiquetas y contuvieran mi potencial. Lloro por todas aquellas mujeres que aún no han logrado terminar con esa realidad.  

Pero, lloro también de orgullo, por aquellos que han decidido abrir los ojos, levantar sus voces por las que ya no están y luchar por lo que todavía queda por cambiar. Lloro al ver que hay esperanza y personas que quieren generar un cambio. Lloro porque hay gente que entiende que esto es un trabajo en equipo entre hombres y mujeres. Pero, mientras lloro y seco el charco, no dejo de pensar que, definitivamente, como dice Matthew Jacobson, “es más fácil construir un niño, que repararlo cuando es adulto.” 

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