por El 14 de febrero, en varios países, se celebra el Día del Amor y la Amistad o Día de los Enamorados. Una fecha que muchos consideran comercial, pero, más allá de los regalos, las flores y chocolates que se acostumbra a regalar en esta celebración, existe la historia, que data de la época del Imperio Romano, y tiene, como protagonista, a Valentín de Terni.
Valentín, sacerdote católico, nació en el año 175, en Interamna Terni, al norte de Roma; fue ordenado por san Felicio de Foligno y consagrado obispo de Interamna por el Papa Víctor I. Ejerció su sacerdocio en Roma, durante el siglo III, bajo el gobierno del Emperador Claudio II, quien prohibía la celebración de matrimonios entre los jóvenes, el gobernante decía que: “Los solteros, sin familia, son mejores soldados, ya que no tienen ataduras”.
Valentín consideró que el decreto era injusto y desafió al emperador, celebrando, en secreto, matrimonios para jóvenes enamorados. El emperador Claudio se enteró y lo llamó al palacio y optó por su encarcelación. El oficial Asterius, encargado de llevar a cabo la orden de encarcelarlo, lo puso a prueba: “Te reto a que devuelvas la vista a mi hija, Julia, que nació ciega”. Valentín aceptó e impuso sus manos sobre los ojos de la joven y se realizó el milagro.
Asterius y su familia se convirtieron al cristianismo. De todas formas, Valentín fue torturado y decapitado, el 14 de febrero del año 270. Lo mataron de noche y en secreto, para evitar la reacción del pueblo de Terni, donde era muy amado.
El Papa Gelasio escogió la fecha del 14 de febrero para honrar a San Valentín.
Sus restos mortales se conservan en la basílica de su mismo nombre, que está situada en la ciudad italiana de Terni, Italia.
Sin lugar a dudas, la historia de San Valentín es una historia de amor y es, por eso, que es santo patrono de los enamorados.
