por FB: Lo difícil no es traer una cruz al pecho, sino tener pecho para portar el símbolo del Amor perfecto.
Un símbolo es un elemento u objeto material que, al mirarlo, lo asociamos a una idea, condición, acción o sentimiento; al mirar una luz roja, por ejemplo, sabemos que tenemos que hacer alto.
Cuando vemos un corazón, en automático, la palabra amor viene a nuestra mente, como en el conocido logo del corazón, precedido del pronombre en inglés “I” y que significa Yo amo… No se requieren palabras, el corazón significa amor a cualquier cosa que se cite enseguida.
Para quienes hemos tenido un encuentro con Jesús, creemos que, por su entrega en la Cruz, nosotros podemos alcanzar los frutos de la redención, por tanto, la Cruz de Cristo es sinónimo de fortaleza, alianza, paz, entrega total, amor perfecto, “Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos” Jn. 15,13.
Cuando Conchita tuvo la visión de la Cruz del Apostolado, símbolo de la Espiritualidad de la Cruz, la descripción de cada uno de sus elementos fue detallada. Al referirse específicamente a la Cruz grande, decía: “Como Jesús dentro, dando vida a esta misma Cruz, porque me ha dicho que Él no puede separarse ni de su Corazón, ni de su Cruz”.
“En esa Cruz, está el Corazón más amante y más doloroso. Yo no me presento sobre la Cruz, pero dejo ahí todo mi amor, todo mi dolor, ambos, infinitos, representados en mi Corazón, fuente de todo bien, de toda luz, gracia, misericordia”.
La Cruz es símbolo por excelencia del Amor que se encarnó, del Dios cercano que va a nuestro lado. Un símbolo que nos inspira a imitar a Aquel que, por amor, murió en ella por la salvación de los hombres. Cuando portamos una cruz, no lo hacemos por idolatría o como amuleto, no adoramos la madera. Es más bien un signo de amor a Cristo, un compromiso de seguir sus pasos de amar al prójimo, como Él nos amó.
