1 de julio de 2024

El antídoto de la Esperanza

El debate, hoy, es acerca de la verdad, del futuro, en medio del mundo tan líquido e inconsistente que hoy vivimos. Parecería que las circunstancias actuales se nos vienen como una ola encima, provocando la falta de esperanza que, poco a poco, permea nuestras vidas en medio de la incertidumbre, como el pan de cada día. 

El papa Benedicto XVI, en su encíclica Spe Salvi, del año 2007, explica la virtud teologal de la esperanza, que parecería que hoy, a base de los golpes de la vida, hemos olvidado un tanto su significado. 

“En la esperanza, hemos sido salvados” (Rom, 8 24), dice San Pablo. La salvación que hemos recibido, ya en Cristo Jesús, nos ofrece un sentido de vida que hay que aprender a saborear, que es necesario valorar. Es la esperanza, la virtud que recibimos en el Bautismo, la que nos da este gozo cristiano, que proviene de poder permanecer con la cabeza en alto, aún en medio de las dificultades, porque somos hijos de Dios. Esto consiste en lo siguiente: el presente, aun cuando sea difícil, se puede vivir si se lleva hacia una meta y esto es particularmente lo importante. La meta es lo que hace vivible la vida y le da sentido. 

¿Pero, cuál es esa meta? ¿Qué certeza hay de alcanzar esa meta? No tener fe significa no saber de Dios, de un Dios que es certeza y que ofrece una base sólida de esperanza. En la medida que es posible tener un futuro cierto, que es Dios mismo, es posible tener la certeza de que la vida del cristiano no termina en el vacío, en la aniquilación. La certeza de ese futuro en Dios nos hace posible a los cristianos tener un mejor presente, un mejor hoy y nos da la conciencia y la certeza de lo que nos depara en el futuro. 

Recordemos que el momento más oscuro de la noche es, justamente, antes del amanecer. Hoy, es importante afianzarnos en la esperanza que nos transmite Jesucristo, el Emmanuel, Dios con nosotros. El Evangelio es la Palabra de Dios y la enseñanza de Jesucristo, Nuestro Señor; no solamente es comunicación de datos, sino que es Palabra que transforma la vida y le da sentido, y nos muestra hacia dónde está la meta de la vida cristiana. ¿En qué consiste esta vida cristiana? Recibir y hacer crecer y desarrollar la esperanza consiste en la certeza de llegar a conocer al Dios verdadero, encontrarnos con el Dios vivo. 

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