8 de julio de 2024

Demostrar nuestro amor a Dios

Queridos lectores, cada año, durante el mes de febrero, tenemos la oportunidad de reflexionar sobre el amor de Dios. Mucho hemos dicho, «nosotros amamos, porque Él nos amó primero» 1Jn.4,19. Desde la conciencia de que Dios nos pensó desde la eternidad y nos creó con amor y para el amor, ahora, los invito a cavilar sobre cómo demostramos nuestro amor a Dios. 

Para no complicarnos tanto, podemos clasificar el amor en tres partes: Amor Eros, se refiere al amor apasionado, que implica deseo y atracción. Amor Filial, es el que proviene de los lazos familiares, conlleva consideración y afecto. Amor Ágape, es el más generoso e incondicional, ve por el bienestar del otro. 

Como creyentes, el amor al que debemos aspirar es el amor ágape, porque es el que más se parece al amor divino. El amor ágape es el que persigue el bienestar del otro, anteponiéndolo al propio, sin esperar nada a cambio, incluso, cuando no sea correspondido. Y así es el amor de Dios hacia nosotros: incondicional, generoso, misericordioso. «Tu amor, Señor, llega al cielo, Tu fidelidad alcanza las nubes; Tu justicia, como las altas montañas; Tus sentencias, profundas como el océano». Sal.36,6-7. 

Este amor absoluto, sin restricción alguna, con el que Dios nos ama, es con el que debemos corresponderle a Él, manifestándolo hacia el hermano, sin limitaciones, perdonando, con entrega total.  

Otra forma de expresar nuestro amor a Dios es siendo agradecidos por todo lo que el Señor ha hecho por nosotros. Como lo expresa la letra de la canción, «Demos, hoy, gracias al Señor», del compositor Alejandro Mejía: 

 «Demos, hoy, gracias al Señor, porque Él nos ama siempre, porque ha hecho maravillas en nuestro favor. Él nos creó, nos cuidó; Él se encarnó y su vida por nosotros entregó; resucitó. Él nos mostró todo su amor, así debemos, al hermano, dar amor. Demos las gracias al Señor Jesús; por nuestra salvación, murió en la cruz; por nuestro bien, resucitó. Él nos envía al mundo a proclamar la buena nueva del amor…». 

Pidamos, al Espíritu Santo, un corazón generoso para amar a Dios, amando y atendiendo al hermano y un corazón agradecido por todos los beneficios que nos da. Amén. 

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