5 de julio de 2024

Asegúrate de que te valoren

– “Abuela, ¿cómo se conocieron tú y mi abuelo?”, le preguntó un día su nieta. 

– “Bueno, es una historia un poco larga,” dijo esta. “Pero fue lo mejor que pudo pasarme en la vida”. 

– “¿Y qué debo hacer para que me pase lo mismo?” preguntó esta vez su nieto. 

– “Todos los adultos dicen que debes poner una barra muy alta, solo así las personas que valgan la pena podrán entrar a tu vida”, respondió su hermana. 

– “Bueno, eso puede ser de ayuda”, dijo la abuela. “Pero también es peligroso”. 

Los dos nietos se voltearon a ver entre ellos. 

– “Estoy confundido abuela,” dijo el niño. 

– “Miren, pueden poner una barra muy alta, tan alta que pocas personas intentarán escalarla. Al hacer esto, estarán definiendo el esfuerzo y el sacrifico que les gustaría que una persona esté dispuesta a pagar para estar con ustedes”. 

– “¿Entonces es como ponerte a ti misma un precio?” dijo la niña. 

– “Exactamente”, dijo la abuela. “Y ese es el problema. Somos personas, no cosas. Por lo tanto, tenemos un valor, no un precio. Porque valemos, no costamos.” 

– “Okey…” dijo el niño, procesando la información.  

– “La persona que esté dispuesta a pagar un precio, pero no sepa tu valor, no durará mucho en tu vida. Te lastimará, porque podrá escalar ese muro y llegar al otro lado, pero, después de un tiempo, se podrá ir sin remordimiento. No le importará lastimarte, porque solo fuiste algo temporal, algo que compró, pero nunca valoró. Y ese es el problema, muchas veces, confundimos el saber el precio de las personas con saber su valor. Nos tratamos entre nosotros como si fuéramos cosas. Pensamos que, con pasar ese muro, ya es suficiente, que, después de eso, ya no se requiere ningún otro esfuerzo.” 

– “Entonces…”, dijo la niña. 

– “Entonces, lo que hay que hacer cuando dejen a una persona entrar a su vida, no es hacerle saber que debe escalar una barra o pagar un precio muy alto para merecerse una oportunidad. Simplemente, deben estar seguros de que esa persona quiere estar con ustedes, porque sabe que tienen un alto valor como seres humanos”.  

– “¿Y cómo podemos hacer eso?” preguntó la niña. 

– “Tienen que empezar con ustedes mismos. Porque, si ustedes no están conscientes de su valor, no podrán exigir que les traten con respeto. Si ustedes no se interesan por su propio bienestar, no podrán enojarse con alguien cuando les lastimen. Si ustedes no están dispuestos a conseguirse el cielo y las estrellas, no podrán exigírselo a nadie más. Si ustedes solo se insultan cuando se ven al espejo, no podrán defenderse cuando les agredan. Si ustedes no están conscientes de que ya están completos, pero otra persona les puede complementar, no podrán recuperarse nunca de una relación que no funcione, porque siempre sentirán que están rotos e incompletos.” 

– “Entonces, déjame ver si entendí abuela,” dijo el niño. “¿Es mucho más importante tener claro tu valor como persona, a tener claro cómo quieres que alguien te demuestre que merece una oportunidad?” 

– “Exacto, porque la verdad es que cualquiera puede ir escalando esa barrera lentamente. Con el tiempo, cualquiera puede prometer cosas, traer rosas, dedicar canciones y escribir palabras armoniosas. Cualquiera puede ir pagando, poco a poco, un precio para estar contigo. Pero pocos son los que cruzan la barrera con la intención de quedarse. Pocos son los que saben el valor de una persona y la tratan de acuerdo con este. Pocos son los que saben que amar a alguien no es simplemente pasar esa barrera, sino seguir allí día con día, en las buenas y en las malas. Pocos son los que entienden que, en realidad, no les alcanza para pagar ningún precio, porque la persona que tienen a su lado no cuesta, sino que lo vale todo. Y, por lo tanto, no importa el muro que escalen o lo que paguen para entrar a su vida, sino lo que la valoren. Eso es lo que hace la diferencia”. 

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