5 de julio de 2024

Te ofrezco y me ofrezco

FB Estamos llamados a ofrecer constantemente al Padre nuestra vida, en unión con su Hijo, Jesús, por manos de María Santísima, por nuestra salvación y la del mundo. 

Al iniciar un nuevo año, solemos revisar nuestro caminar, qué hacemos, por qué lo hacemos, qué nos inspira a seguir y cuál es nuestra meta. 

En unos cuantos meses, esta columna cumplirá años. Su nombre surgió de una semblanza que hice del P. Francisco López Sedano, M.Sp.S., que había regresado a la Casa del Padre. Tuve la bendición de trabajar a su lado, en algunos ministerios en la Parroquia; además de contar con su amistad y cariño. Fue esta cercanía la que me atrajo a la Espiritualidad de la Cruz, específicamente, al Apostolado de la Cruz. 

Cuando escribía acerca de lo que el P. Pancho me había impactado con su testimonio, la frase ofréceme y ofrécete”, que tantas veces escuchó la beata Conchita Cabrera de Armida de parte de nuestro Señor Jesús, venía a mi corazón, por la manera que se encarnó en la vida del padre Pancho. 

Asi que, hoy, a la luz del Espíritu Santo, haciendo una remembranza de lo que se ha compartido en este espacio, me doy cuenta que, aún cuando el punto de partida fue un acontecimiento inesperado y doloroso, al final, como todo designio divino, tenía deparado un bien mayor Y sabemos que, para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien” Rom 8,28 

En primer lugar, para mí, que, desde que el Espíritu concede la idea, la gracia va obrando y, después, para los que el Señor quiere hablar a través de las palabras de Conchita, que nos exhorta a ofrecer constantemente al Padre bueno, por manos de María Santísima, el cuerpo y la sangre de su Hijo y, con Él, nuestras vidas para nuestra salvación y la de muchas almas. 

Así, la unidad en el amor de la Trinidad Santa, de la que nos habló Jesús, se replicará, como lo escribió Conchita: “Que se unan todos los tuyos y, a una voz, clamen al cielo, ofreciéndose y ofreciéndome ¡Misericordia! 

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