5 de julio de 2024

Con el viento en contra

Recientemente, jugué un partidito de fútbol en la playa, con mi hijo adolescente, un par de amigos suyos y el papá y la hermana de uno de ellos. Los equipos estaban conformados así: “adolescentes” vs “resto del mundo”.

Como cualquier partido que se juega en la playa, este presentaba algunos retos: dificultad al correr, debido al hundimiento de los pies en la superficie, balón que se estanca frecuentemente en la arena y patadas constantes, a falta de poder calcular correctamente la distancia entre unos y otros.

Además, soplaba un viento que provocaba que el balón zigzagueara y acabara regresando a la cancha del equipo de adolescentes, cada vez que lo pateaban en dirección a la portería contraria. Es decir, lo usual en este tipo de cotejos.

Rápidamente, las quejas por su parte no se hicieron esperar: “Es injusto, no se puede jugar, cada vez que lo pateamos, regresa como bumerang, no es parejo, partido vendido, etc.” Las primeras quejas las escuchamos pacientes, sabiendo que, al medio tiempo, cambiaríamos de cancha y la situación se revertiría. Pero, después de la queja número 1,973, el “coach de vida” que llevo dentro lanzó la siguiente pregunta: “¿Y qué aprenden de esto?”.

Mi hijo, visiblemente molesto, respondió: “¿Qué vamos a aprender de un injusto partido de fútbol playero?” Mi respuesta tenía la intención de ser formativa: “Que, en ocasiones, la vida te pone en situaciones las cuales, a tu consideración, pueden parecer difíciles, injustas o desfavorables, pero que, siempre, tienes dos opciones: quejarte y reclamar, o luchar y hacer tu mejor esfuerzo para conseguir tu objetivo. ¿Cuál escoges?”.

Ahora, lo que sigue es llevar la pregunta a tu vida y circunstancias: Tú, ¿cómo reaccionas cuando tienes el viento en contra?

Por cierto, el equipo de adolescentes ganó el partido…

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