por El Papa Francisco recibió a los miembros del Centro de Investigación y Formación para la Protección del Menor, un equipo de profesionales de distintas disciplinas y de distintos países de América Latina, que desean que la Iglesia sea un lugar cada vez más seguro para todos, especialmente para los niños, niñas, adolescentes y adultos vulnerables. Les manifestó su gran preocupación sobre el tema de la filmación de pornografía infantil. Nadie sabe en dónde ni en qué país se hace, pero es la criminalidad puesta al servicio de todos, a través de los celulares, expresó.
Francisco, al recordar el relato del Evangelio referente al Juicio Final, en el que escuchamos que Jesús les dijo a sus discípulos: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo», expresó que, si realmente nos convenciéramos de que cada uno de los pequeños son reflejo del rostro de Dios y si hiciéramos consciente el sufrimiento de cada niño y de cada persona vulnerable, el mundo sería otro. Un solo caso de abuso es escandaloso.
La CEPROME trata de aplicar métodos cada vez más adecuados, para erradicar la lacra de los abusos, tanto en la Iglesia como en el mundo. El Papa nos pide no olvidar que “los abusos que han golpeado a la Iglesia no son más que un reflejo de una triste realidad, que abarca a toda la humanidad, y sobre la que no se presta la atención necesaria”.
Francisco desea que los avances de la Iglesia, en el tema de los abusos, promuevan una cultura de cuidado a los más vulnerables y que sean un estímulo para que otras instituciones se unan a esta iniciativa. Insiste en que la Iglesia ha ido avanzado en este camino y asegura que continuarán trabajando para erradicar este problema.
El Santo Padre propone, a la sociedad y a las instituciones, que esto no se quede “en la mera aplicación de protocolos, sino que los confiemos a Jesús en la oración”.
El Papa reclama poner especial atención al problema de la pornografía infantil, por lo que externó su gran preocupación por los niños que son filmados y que son víctimas sofisticadas de esta sociedad de consumo.
