8 de julio de 2024

Ofréceme y ofrécete

Lealtad 

“Lealtad es una fidelidad noble e inquebrantable, arraigada en la fe y el amor, que une corazones en un propósito común. Perla preciosa, que merece ser basada y cultivada intencionalmente”. Bob Sorge 

Definitivamente, la lealtad es una virtud muy valiosa, cada vez más difícil de encontrar. Vivimos en un mundo que se mueve sin parar y nuestra atención va de una cosa a otra, casi de manera instantánea. Lo que ayer nos agradaba, hoy, ya no. Cambiamos nuestras preferencias, a la velocidad de la fibra óptica. 

Lamentablemente, esta vorágine no se queda en la superficie de nuestros gustos, sino que permea en lo profundo, desviando nuestra atención de lo verdaderamente importante, perturbando las raíces de nuestras convicciones. Nuestra lealtad es, en ocasiones, voluble. 

Qué diferente es la lealtad de Dios cimentada en el amor, Porque los montes serán quitados y las colinas temblarán, pero mi misericordia no se apartará de ti, y el pacto de mi paz no será quebrantado — dice el Señor, que tiene compasión de ti.”   Isaías 54.10 

El Padre encarnó su lealtad en su Hijo, Jesús, y su lealtad a Él es tan grande que, solo por Su medio, podemos ir al Padre y, así, unir nuestros corazones bajo el impulso de su Santo Espíritu. La Trinidad es nuestro modelo de verdadera lealtad. 

Dios desea nuestra lealtad porque sabe que un alma así lo es también con su prójimo y la lealtad es una forma intensa de amar. 

La beata Concepción Cabrera de Armida escribe: “Mira, Señor, Tú sabes que mi amor hacia Ti ha tenido varias fases; pero un solo color, el del sacrificio …; un solo fin, Tu mayor gloria; solo un objeto: ¡Tú mismo …!  

Que, a pesar de lo endeble de nuestra lealtad, podamos tomar estas palabras de Conchita y, además, decir: gracias, Señor, por tu amor, gracias, oh Dios, por tu lealtad. 

Para post de Fb: Dios nos ha dado muestra de su lealtad en Jesús y busca corazones leales que puedan hacer grandes cosas en su nombre.  

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