5 de julio de 2024

Y, tú, ¿qué lentes sueles usar?

Hace poco, escuchaba la historia de un escritor que, al hacer una evaluación del año que había terminado, consideraba a este como “extremadamente malo”. Había escrito en un papel las que, desde su óptica, eran varias desgracias: lo operaron de la vesícula biliar y fue necesario que se quedara en cama, por un largo tiempo. Ese año, llegó a la edad de 60 años y tuvo que renunciar a su trabajo favorito. Experimentó un gran dolor, debido al fallecimiento de su padre y su hijo fracasó en un examen, a causa de un accidente automovilístico terrible, por el que estuvo hospitalizado durante varias semanas. Además de que la destrucción de su coche nuevo había sido otra pérdida.  

En ese momento, entró su esposa a la oficina, leyó lo que su marido había escrito y, sin decir nada, salió de la habitación. Al poco tiempo, regresó y dejo un nuevo papel junto al de su marido. Ella había reescrito los hechos, desde una óptica diferente: “El año pasado, finalmente me deshice de la vesícula biliar, después de pasar años con dolor y molestias. Cumplí 60 años, con buena salud. Tuve la oportunidad de retirarme de mi trabajo y, ahora, puedo utilizar el tiempo para escribir con más paz y tranquilidad. A la edad de 95 años, mi querido padre, quien no dependía de nadie ni presentaba ninguna condición crítica, se reunió con el Creador. El mismo año, Dios bendijo a mi hijo, con una nueva oportunidad de vida. A pesar del accidente y de la destrucción del coche, mi hijo se mantuvo con vida y sin ninguna complicación. Este año, fue una inmensa bendición de Dios”.  

Claramente, los hechos son los mismos. La diferencia estriba en “los lentes” con los que cada uno decide ver las cosas. Se pueden ver con los lentes de la desgracia o con los de las bendiciones. Pero, finalmente, la elección es tuya.   

Y, tú, ¿qué lentes sueles usar? 

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