20 de septiembre de 2024

Reflexiones de un millenial católico

El símbolo de Guadalupe. 

Ya es septiembre y, en nuestro país, así como en varios países hermanos de Latinoamérica, se celebran las fiestas nacionales relacionadas con el inicio o conclusión de los procesos de independencia. En nuestro México, esa fiesta se festeja entre el 15 y 16 de septiembre, días en los que se recuerda el inicio de la Guerra de Independencia, al mando de Miguel Hidalgo e Ignacio Allende, la cual pasaría por distintas etapas, concluyendo 11 años después, el 28 de septiembre de 1821.  

Volviendo a la madrugada del 16 de septiembre de 1810, en el imaginario colectivo, se tiene la imagen de Hidalgo tocando la campana de la iglesia del pueblo de Dolores y empuñando un estandarte de la Virgen de Guadalupe y, si bien esta imagen colectiva no fue tan cierta, lo cierto es que sí se usó una imagen de la Virgen morena, tomada del Santuario de Atotonilco, para identificar a quienes luchaban del lado insurgente.  

Toda esta remembranza histórica viene a colación, para ver lo poderoso que era, y sigue siendo, el símbolo de Santa María de Guadalupe en nuestro país. Es una imagen con la que muchos nos podemos identificar, pues, en un país donde ya se reverenciaba la figura materna, viene a darle un rostro cristiano. Unió, bajo una nación, a las distintas culturas que vivían y dominaban el actual México e incluso atrajo también la mirada y devoción de los castellanos recién llegados. Inspiró a quienes la veían y les dio una identidad propia, no como subyugados de un reino humano, sino como herederos por derecho propio del Reino de Dios, por medio de Jesucristo.  

Y, hoy en día, la Virgen de Guadalupe sigue siendo un símbolo digno de respeto y devoción en México. Una madre que da aliento a sus hijos y que sigue dando una identidad muy particular al catolicismo en México.  

Que este septiembre patrio sea una oportunidad para volver nuestros ojos de nuevo a Santa María de Guadalupe, nuestra Madre, y que, así como hace 213 años, sea fuente de inspiración, para nuestras luchas cotidianas contra el mal y la injusticia en el mundo, y nos recuerde que nosotros también somos, por derecho propio, por medio de Jesucristo, hijos de Dios.  

¡Ánimo firme! ¡Qué viva la Cruz que, junto a Santa María de Guadalupe, salvará nuestra patria! 

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