5 de julio de 2024

Mirar hacia lo alto

Milagros, ¿hoy? 

Queridos lectores, hoy, me gustaría reflexionar sobre la sanación física y espiritual, que todos podemos experimentar. Jesús, cuando inició su vida pública, evangelizaba con signos de poder. A estos signos de poder, los Evangelios los llaman milagros, prodigios o portentos, son la dynámeis que manaba de Jesús. 

Y podemos preguntarnos, ¿Jesús sigue haciendo estas acciones de poder?  ¿Hoy en día, nosotros podemos recibir estos milagros de Jesús o tan solo se beneficiaron las personas que vivieron hace dos mil años? 

Antes que nada, debemos saber que Jesús realizó estos milagros, sobre todo, en favor de las personas abiertas en fe a la acción sanadora de Jesús. Si lo creemos, lo experimentaremos en nosotros mismos. El Evangelio es siempre actual, pues está destinado para todos los tiempos. «Estad seguros de que Yo estaré con vosotros, día tras día, hasta el fin del mundo». Mt.28,20b. 

Es feo decirlo, pero, de alguna manera, para recibir esos prodigios en nosotros, hoy, hay ciertas condiciones: 

1° La Fe. Jesús, en su momento, se ocupó de aquellos con los que tenía un encuentro cara a cara. Ahora, nosotros podemos tener ese encuentro con Jesús, en los Sacramentos. Es necesario ir a Misa y a la Confesión para recibir el perdón de Dios y, por añadidura, nuestra sanación.  

2° La Confianza. Dios quiere seguir manifestando su gloria, hoy, para nosotros, y nos quiere libres de la cadena del pecado, nos quiere sanos, física y mentalmente; nos quiere felices y plenos. Dios quiere que le tangamos confianza, más aún, en los momentos de dificultad y dolor. Debemos entregar, en sus manos, nuestras preocupaciones de la vida y dejar que Él obre en favor de nosotros. 

3° Discípulos. Jesús, para seguir obrando milagros, nos necesita. Jesús quiere un ejército de hombres y mujeres que, con fe y confianza, oren unos por otros, pidiendo sanación para sus hermanos, en el nombre poderoso de Jesús y bajo la acción del Espíritu Santo. 

Hermanos, esto no es una falacia, es real, Dios nos quiere en oración, pidiendo por la sanación física y espiritual, de unos por otros. Se podría decir que es un mandato de Jesús.  «Confesaos vuestras faltas, unos a otros, y orad los unos por los otros, para que seáis sanados». St.5,16. 

Pidamos, al Espíritu Santo, fe para creer, confianza en que Dios siempre está junto a nosotros, luz para saber qué pedir por los demás y valor para actuar. Amén. 

Deja un comentario