5 de julio de 2024

Vaticano

¿De qué tengo miedo?

El Papa nos dice que Jesús les habló a sus discípulos, sobre las persecuciones que tendrían que soportar por causa del Evangelio. Una realidad que sigue siendo actual: la Iglesia, desde sus inicios, ha padecido de esta situación. Algo muy paradójico, pues, a pesar de que el anuncio del Reino de Dios es un mensaje de paz y de justicia, fundado en la caridad y en el perdón, encuentra oposición y violencia. 

En el Evangelio de Mateo (10,26.28.31), Jesús repite tres veces a sus discípulos: «No tengan miedo». Jesús nos dice que no temamos, no porque todo irá bien, sino porque, para el Padre, somos muy preciados, no dejemos que el miedo nos detenga. 

Solo hay una cosa a la que Jesús nos dice que debemos temer: a la imagende la «Gehenna» (cf. v. 28). Este valle era un lugar que los habitantes de Jerusalén conocían bien: el gran vertedero de basura de la ciudad. Jesús nos habla de él para señalarnos que el verdadero miedo que hay que tener es al de desechar la propia vida. Como si dijera: no hay que tener tanto miedo a sufrir incomprensiones y críticas, a perder prestigio y ventajas económicas, por permanecer fieles al Evangelio, sino a desperdiciar la existencia buscando cosas de poco valor, que no colman elsentido dela vida, expresó Francisco. 

Y esto es muy importante, de hecho, hoy en día, podemos ser objeto de burlas o de discriminación, si no seguimos ciertos modelos.  

Pienso en los padres, que necesitan trabajar para mantener a su familia, pero no pueden vivir solo para el trabajo, sino que necesitan tiempo para estar con sus hijos; en el sacerdote o la religiosa, que debe comprometerse en su servicio, pero sin olvidarse de dedicar tiempo a estar con Jesús, de lo contrario, caen en la mundanidad espiritual y pierden el sentido de lo que son; en los jóvenes, que tienen mil compromisos y pasiones: los estudios, el deporte, las redes sociales, el celular, pero que necesitan relacionarse con los demás y realizarsus sueños, sin perder el tiempo en cosas que pasan y no dejan huella. 

Esto conlleva cierta renuncia frente a los ídolos del consumismo, pero es necesario, para no perderse en cosas que no tienen valor. Permanecer fiel a lo que importa es costoso, cuesta ir contracorriente yliberarse de los condicionamientos sociales. Jesús nos dice que lo que cuenta es no desperdiciar el mayor bien, la vida.  

El Papa nos invita a preguntarnos: ¿De qué tenemos miedo? ¿De no tener lo que me gusta? ¿De no alcanzar las metas que la sociedad impone? ¿O, más bien, de no agradar al Señor y de no poner en primer lugar su Evangelio? Pidámosle, a María, que nos ayude a ser sabios y valientes en las decisiones que tomamos. 

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