5 de julio de 2024

Es momento de ser joven

Hace algunos días, platicando con una amiga de todo y nada, nos dimos cuenta de una realidad que vivimos y fomentamos las mujeres. Caminábamos por la orilla del mar cuando, al tocar el tema de los estereotipos y los cuerpos “perfectos”, nos preguntamos ¿cuántas veces se nos ha venido a la mente un cumplido, al ver o convivir con otra mujer, y en cuántas ocasiones hemos decidido quedarnos calladas? 

Esta conversación me llevó a pensar ¿cuánta gente nos animó de chiquitas a “hacer” amigas? ¿Y cuántas veces nos enseñaron a externarles cumplidos honestos y verdaderos? La realidad es que nuestra cultura no nos instruye desde pequeñas a apoyarnos entre mujeres. Nuestra educación se basa más en el individualismo. Mientras que, a los hombres, les enseñan a jugar un deporte en equipo, a las mujeres, nos impulsan a bailar y preocuparnos solo por nuestra postura e imagen frente al espejo.  

Efectivamente, tiene que ver con el contexto en el que hemos crecido y las creencias que han influenciado nuestros comportamientos. Pero nunca es tarde para empezar a cambiar. Ahora, poseemos una conciencia colectiva mayor que podemos usar a nuestro favor, para dejar de lado la envidia, al pensar que reconocer el valor de otras mujeres nos resta valor. 

La Socióloga y Coordinadora del Observatorio de Género y Equidad de Chile, Teresa Valdés, afirma que “hablar de una posible envidia entre mujeres es hablar del dolor que hemos sentido históricamente.” A las mujeres, se nos ha hecho entender que es importante ser deseables para los demás, pero lo que hay realmente de fondo es dolor y miedo a no ser aceptadas y queridas. La envida surge del haber sido excluidas y la dificultad de reconocer nuestro valor, sin generar una competencia entre nosotras.  

¿Qué pasaría si expresáramos esos pensamientos positivos que tenemos sobre algunas mujeres? Aprenderíamos a valorarnos más a nosotros mismas, al reconocer a la de al lado. Espantaríamos, unidas, al síndrome del impostor, alcanzaríamos un verdadero empoderamiento.  

Todas sabemos que, en esta vida, hay que abrir y cerrar diferentes puertas, para descubrir, aprender y valorar, pero de nada va a servir lo que hagamos, si no nos rodeamos de las personas indicadas que nos apoyen, impulsen y griten, cuando empecemos a perder fe en nosotras.  

Tenemos en las manos la oportunidad de impulsarnos unas a otras. Dejemos a un lado la envidia y, en vez de sentirnos amenazadas o molestas por las cualidades de otra mujer, celebremos la vida con ella y tomemos ese sentido de admiración como apoyo para descubrir nuestras propias alas.  

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