3 de julio de 2024

Reflexiones de un millennial católico

Jesús amigo… 

Varios son los títulos que se le han dado a Jesús, a lo largo de la historia, muchos son muy comunes y los usamos de manera cotidiana, otros son muy teológicos y encierran todo un universo de sabiduría y reflexión sobre la figura de Jesús.  

Jesús es el Cristo, el Mesías, el Señor, el Maestro, el Hijo de Dios, el Cordero de Dios, y así podría seguir, con un montón de formas de llamar a la segunda persona de la Santísima Trinidad. 

Sin embargo, hoy, quiero reflexionar sobre un “título” al que, a lo mejor, hace falta acostumbrarse, pero que es igual de verdadero que los otros: Jesús amigo.  

Para esto, hay que preguntarnos, ¿y qué es un amigo? Varias personas han reflexionado al respecto de esta figura. Pero creo que lo ideal sería volver a lo que dice la Biblia sobre el amigo. El libro de Proverbios menciona que un amigo “ama en cualquier ocasión”, ¿y qué no es Jesucristo, sino aquel que es la expresión máxima del amor?, aquel que acompaña en las buenas y en las malas, que camina a tu lado, lucha tus batallas y te sostiene en las dificultades.  

La invitación a la reflexión que hago, este mes, es a descubrir a Jesús como ese amigo acompañante en nuestra propia vida, a hacer una introspección de cómo no nos ha abandonado en nuestro peregrinar, aunque, a veces, pareciera que su presencia es muy difusa, y a llamarlo así, por su nuevo nombre, en nuestra vida, “Jesús amigo”.  

Acudamos a Él, no solo para pedirle y rogarle, sino también para contarle de nuestra vida, para que nuestra oración sea un verdadero diálogo donde el corazón se abre ante aquel que todo lo conoce y acercarnos a aquel que quiso ser cercano y entablar, así, un intercambio a la intimidad del interior de los sentimientos y pensamientos tuyos y de Él.  

Que nuestra religión sea así, una relación con el más grande amigo, para poder llegar a conocerlo, realmente, en todas sus dimensiones, incluso en las más desconocidas.  

¡Ánimo firme! ¡Que viva la Cruz (amiga)! 

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