5 de julio de 2024

Vaticano

Seamos misioneros

El Papa Francisco nos dice que muchas mujeres y hombres, en la historia, han vivido de manera ejemplar. Por ejemplo, san Francisco Javier, considerado el más grande misionero de los tiempos modernos. Pero, hay tantos misioneros ocultos, que, incluso hoy, hacen mucho más que san Francisco Javier…  

Francisco Javier, el patrón de las misiones, como santa Teresa del Niño Jesús. Muchos sacerdotes, laicos, monjas, al igual que muchos de ustedes, van a las misiones. Salir de nuestros rincones para predicar el Evangelio es llevar el nombre de Jesús a todos los lugares. 

Nació en 1506, en el seno de una familia noble pero empobrecida, en España. Estudió en París; joven de mundo, inteligente, capaz; conoció a Ignacio de Loyola, quien le dio ejercicios espirituales, cambiándole la vida. Dejó todo para hacerse misionero. Se convirtió en sacerdote jesuita y fue enviado a evangelizar a Oriente, a un mundo totalmente desconocido.Y él va, porque estaba lleno de celo apostólico. 

Ignacio, Francisco Javier y otros amigos formaron la “Compañía de Jesús” y se pusieron a disposición del Papa para atender las necesidades más urgentes de la Iglesia en el mundo. Inició, así, un numeroso grupo de misioneros apasionados, preparados para soportar fatigas y peligros inmensos, a alcanzar tierras y encontrar pueblos con culturas y lenguas completamente desconocidas. ¡Qué valor tenían estos santos misioneros! 

Enviado a la India, como nuncio apostólico, Francisco Javier realizó una labor evangelizadora extraordinaria, catequizando a los niños, bautizando y atendiendo a los enfermos. Su celo apostólico lo impulsaba a ir siempre más allá de lo que conocía y, así, viajó a otros lugares de Asia, como las Islas Molucas y Japón, hasta morir con el deseo de anunciar el Evangelio en China. 

El amor de Cristo fue la fuerza que lo llevó hasta los confines más lejanos, con continuas fatigas y peligros, superando fracasos, decepciones y desánimos, más aún, dándole consuelo y alegría para seguirlo y servirlo hasta el final. 

Al finalizar, el Papa pidió para que san Francisco Javier nos dé un poco de este celo para vivir y anunciar el Evangelio con alegría; a que miremos el horizonte del mundo, a los pueblos tan necesitados, a tanta gente que sufre y que necesita a Jesús y lo demos a conocer.  

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